domingo, 28 de abril de 2019

Una obra de arte


Dialogues des carmélites

Poulenc en Covent Garden en 1958




De las tres óperas compuestas por Francis Poulenc (1899-1963), Dialogues des carmélites es la segunda, y a su vez la más extensa, importante y profunda, que contribuyó a su reputación como compositor especialmente dotado para la música vocal. A propósito, las otras dos óperas de Poulenc son Les mamelles de Tirésias (1947) y La voix humaine (1959)

El libreto lo escribió el propio compositor basado en el guion cinematográfico de Georges Bernanos (1888-1948), cuya fuente la novela de Gertrud von Le Fort, La Dernière à l'échafaud (La última en el patíbulo), inspirada en la historia verídica de las carmelitas de Compiègne guillotinadas en París el 17 de julio de 1794. El guion se publicó póstumamente en 1949 y fue adaptado para el teatro por Jacques Hébertot en 1952; fue hasta 1960 que el guion de Bernanos se usó en la película Le Dialogue des carmélites, realizada por Philippe Agostini y Raymond Léopold Bruckberger.

Poulenc compuso la ópera durante 1953, pero ésta se estrenó hasta el 26 de enero de 1957 en el Teatro alla Scala de Milán.

La ópera explora temas como la enfermedad, la intolerancia, el martirio, la muerte y, fundamentalmente, el miedo que es una presencia casi sofocante en toda la obra.

El miedo se presenta como el rasgo más característico de Blanche de la Force, cuyo origen queda asociado con las trágicas circunstancias de su nacimiento; su madre muere al darla a luz en medio de la violencia de una muchedumbre enardecida. El miedo la lleva a ingresar en la orden religiosa del Carmelo, con la esperanza de encontrar allí paz y seguridad.

Sin embargo, más allá de los aspectos psicológicos, el miedo de Blanche es una expresión del terror imperante ante una situación política sumida en la irracionalidad, tal como se refleja en las palabras de Sor Matilde del segundo acto: “Todo el mundo tiene miedo. Se contagian el miedo unos a otros, como la peste o el cólera en tiempo de epidemia.”

Pero el miedo es también miedo a la muerte, tal como aparece descarnadamente en la escena de la agonía de Madame de Croissy, la vieja madre superiora, y en la escena final, particularmente en Sor Constanza. El mismo miedo a la muerte que Bernanos sentía en momentos de escribir esta obra, pues sufría del cáncer de hígado que sería la causa de su muerte, que adquiere de esta manera una dimensión metafísica.

Si bien se trata de una ópera compuesta en el siglo veinte, el lenguaje musical es más bien tradicional, lejos de las tendencias de vanguardia de su época. El mismo Poulenc acotó al respecto: “Mis monjas sólo pueden cantar música tonal. Ustedes deben perdonarlas”. Por eso el lenguaje es claramente tonal o modal, con modulaciones refinadas y recursos disonantes reservados a los momentos de mayor intensidad dramática, como el de la muerte de la superiora o para acentuar la rudeza del personaje de María de la Encarnación.

Los diálogos son en su mayoría recitativos, con una línea melódica que sigue muy de cerca el texto buscando su máxima comprensibilidad. La orquesta permite en todo momento a los cantantes desplegar claramente el texto, y en este aspecto se acerca al estilo de Pelléas et Mélisande de Claude Debussy.

La enunciación de los motivos-guía está a cargo de la orquesta, siguiendo el modelo de la ópera de Debussy. Entre ellos puede citarse el motivo asociado con el viejo mundo aristocrático que termina sucumbiendo con la revolución. Este motivo se escucha por primera vez al comienzo de la ópera, y luego en distintos momentos asociados con el Marqués y su casa, con el hermano de Blanche, incluso en la escena de la muerte de la superiora, y al final de la ópera.

Los profundos sentimientos religiosos del autor resultan particularmente evidentes en el magnífico canto a capella del “Ave Maria” en el Acto II, Escena II, y en el “Ave verum corpus” del Acto II, Escena IV. En estos cantos se siente el eco de la música sacra barroca.

Una de las escenas clave de la ópera es la de la muerte de la superiora, quien entra en trance de agonía y contrariamente a lo que se espera de ella, da muestras de un gran terror. Su tránsito carece de grandeza. Por eso Bernanos pone en boca de la hermana Constance lo que dará sentido finalmente a la pieza entera: "Se diría que en el momento de darle la muerte el buen Dios se equivocó de muerte, como en el vestuario pueden darnos un abrigo por otro. Sí, debió haber sido la muerte de otra, una muerte no a la medida de nuestra madre superiora, una muerte demasiado pequeña para ella; ni siquiera podía ponerse las mangas...". Ante la pregunta de Blanche sobre el significado de estas palabras, la muchacha se explica: "Quiero decir que esa otra persona, cuando le llegue la muerte, se sorprenderá de penetrar tan fácilmente en ella, y de sentirse tan confortable dentro de los pliegues de su vestido". Justamente ese será el destino de Blanche, quién se enfrentará al martirio con una total serenidad de espíritu.

En la magnífica escena final, el coro de monjas entona un “Salve Regina” mientras esperan ser guillotinadas. Una a una va cayendo en el escenario al ser decapitadas y en la partitura podemos apreciar cómo van desapareciendo voces a medida que se van oyendo los golpes de la guillotina en la percusión. Blanche se suma al martirio uniéndose al canto de la última carmelita, Sor Constance, quedándose la orquesta muda en un impresionante final.

Sinopsis

La ópera se divide en tres actos y doce escenas, la historia tiene lugar en el convento carmelita en Compiègne y París entre 1789 y 1794.

Acto I

Blanche de la Force (soprano lírica), joven aristócrata patológicamente tímida, ante los continuos tumultos de la Revolución francesa, decide retirarse del mundo e ingresar en un convento. La anciana madre superiora le advierte que la Orden Carmelita no es un refugio, sino que las monjas tienen el deber de guardar la regla de la Orden sin buscar ningún otro camino. En el convento, la alegre sor Constance (soprano ligera) le dice a Blanche, para su gran consternación, que ha tenido un sueño en el que ellas dos morían juntas y dentro de poco tiempo. La vieja madre superiora (contralto) está agonizando y encomienda a Blanche a la madre Marie (mezzosoprano); La superiora, Madame de Croissy, se siente aterrorizada ante su próxima muerte y grita en su delirio que, a pesar de los largos años que ha dedicado a Dios, Él la ha abandonado. Blanche y la madre Marie quedan impresionadas por la muerte de la anciana.

Acto II

Constance y Blanche hablan de la muerte de la priora, comentándole Constance que tanto miedo a morir en la anciana le pareció indigna de ella. El hermano de Blanche, el Caballero de la Force (tenor), llega para comunicarle que su padre considera que debe dejar el convento, ya que allí no estará protegida por pertenecer a la nobleza y al clero. Pero Blanche lo rechaza, alegando que ha encontrado la felicidad en la orden carmelita. Más tarde, ella admite ante la madre Marie que es el miedo, o el miedo al miedo, como dice su hermano, lo que le impide marcharse. El capellán (tenor) anuncia que han prohibido que predique, al no haber jurado la constitución civil del clero. Las monjas comentan que es el Terror lo que ahora rige al país, y nadie se atreve a defender a los sacerdotes. La hermana Constance se pregunta si no quedan hombres que puedan defender el país, a lo que Madame Lidoine (soprano), la nueva priora, contesta que allí donde faltan sacerdotes, los mártires sobreabundarán. La madre Marie dice que sólo los mártires salvarán a Francia, pero la madre priora la corrige: no pueden ser mártires voluntariamente, el martirio es un regalo de Dios. Entra un oficial (tenor) y anuncia que la Asamblea Legislativa ha nacionalizado el convento y sus propiedades, y que las monjas deben abandonar sus hábitos. Cuando la madre Marie consiente, el oficial la insulta por estar tan impaciente por vestirse como el resto de las personas. Ella le replica que las monjas seguirán sirviendo, vistan como se vistan. “El pueblo no necesita criados”, proclama el oficial con altanería. “No, pero tiene gran necesidad de mártires”, responde la madre Marie. “En tiempos como los actuales, la muerte no es nada”, dice él. “La vida no es nada”, contesta ella, “cuando está tan degradada”.

Acto III

En ausencia de la nueva madre superiora, la madre Marie propone que las monjas elijan el martirio. Sin embargo, todas deben estar de acuerdo, o la madre Marie no insistirá. Hay un voto secreto que disiente del martirio, y la hermana Constance dice que es ella quien ha votado en contra del martirio, y que ahora ha cambiado de opinión. Blanche escapa del convento. La madre Marie la encuentra en la biblioteca de su padre. Su padre ha sido guillotinado y han obligado a Blanche a servir a sus antiguos criados. Detienen a todas las monjas y las condenan a muerte. La madre Marie se encontraba lejos. El capellán le dice a la madre Marie que no puede contradecir a Dios y dirigirse voluntariamente al martirio uniéndose a las demás en prisión. Las monjas suben al cadalso cantando “Salve Regina”, con dignidad y sin temor. En el último momento, Blanche, que estaba escondida entre la multitud, aparece, ante la alegría de Constance. Pero ella también sube al patíbulo mientras canta los últimos versos del “Veni Creator Spiritus”: “Deo Patri sit gloria, / Et Filio, qui a mortuis / Surrexit, ac Paraclito / In saeculorum saecula....

                        The Viking Opera Guide, edited by Amanda Holden (1973)

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