lunes, 21 de mayo de 2018

Die Entführung aus dem Serail en palabras de Mozart.


La composición de Die Entführung aus dem Serail se encuentra enmarcada por dos eventos cruciales en la vida de Mozart: la ruptura con su el Arzobispo Jerónimo Colloredo culminada con una patada en el trasero propinada por el Conde Arco, y su matrimonio con Constanza Weber, lo que sería causa de la ruptura del cordón umbilical que lo unía a su padre.


Retrato incompleto de Mozart realizado por su cuñado Josef Lange en 1789

Por fortuna sabemos bastante de la composición de esta ópera, pues sobreviven muchas de las cartas de Mozart a su padre en las que da cuenta del avance en ello. El contar con estas cartas nos da la oportunidad, pocas veces posible, de saber cuáles eran las intenciones del compositor.


En la carta de agosto 1 de 1781, Wolfgang escribe a Leopold 

“Anteayer [Johann Gottlieb] Stephani[e] el joven me trajo un libreto para componerle música. Debo decirte francamente que, aunque desagradable a veces para otras personas de lo que no sé nada realmente, es un buen amigo mío. El libreto es bueno. Es un tema turco y la obra se titula: Bellmont und Konstanze oder die Verführung [seducción por rapto, interesantísimo lapsus linguae de Mozart] aus dem Serail. Voy a escribir la obertura, el coro del primer acto y el coro final al estilo de la música turca. Madame [Catarina] Cavalieri, Madame [Therese] Teyber, Monsieur [Karl Ludwig] Fischer, Monsieur [Valentin] Adamberger, Monsieur [Johann Ernst] Dauer y Monsieur [Johann Ignaz] Walter serán los cantantes [aunque este último, Selim, es un personaje que solo habla]. Estoy tan entusiasmado de trabajar con este libreto que ya terminé la primer aria para Cavalieri [Ach, ich liebte], una para Adamberger [O wie ängstlich] y el trío que finaliza el primer acto [Marsch! Marsch! Marsch!]. El tiempo apremia en verdad; el estreno se llevará cabo a mediados de septiembre y, hablando generalmente, todos los otros asuntos [¿su ruptura con Colloredo y su amor por Constanza?] han elevado mi espíritu tan alto que ahora me siento en mi escritorio deprisa con el mayor entusiasmo y permaneceré sentado ahí con la mayor alegría en mi corazón.

El Gran Duque de Rusia [quien sería posteriormente zar bajo el nombre de Pablo I] visitará Viena; y ésa es la razón por la que Stephanie me pidió componer la ópera en un período tan corto. ... Nadie sabe de esto, excepto Adamberger y Fischer; Stephanie nos pidió mantenerlo en secreto ya que el Conde Rosemberg [el administrador del Burgtheater] no ha regresado [de París a donde viajó con el emperador José II] y noticias de esto podrían desatar mil rumores... “

Los rumores se referían a la elección de Mozart como compositor y no al asunto del serrallo, tema tratado infinidad de veces en el siglo XVIII. Ejemplos de esto son Grab des Mufti de Hiller (1777), Bassa von Tunis de Holly (1777) Kaufmann von Smyrna de Vogler (1771) y, la más notable, La rencontre imprévu de Gluck (1764). De hecho, el libreto de Stephanie estaba basado, casi plagiado, en una obra de Christoph Friederich Bretzner, lo cual ocasionó ciertas dificultades que no trataré en este espacio, pues no atañeron a la ópera ni a Mozart.

La composición empezó a una velocidad típica de Mozart pues en sólo dos días, entre la entrega del libreto y la carta a su padre, Wolfgang ya había compuesto las dos arias y el trío mencionado con anterioridad.

Una semana después, el 8 de agosto, Mozart escribe a su padre: “Tengo que escribir deprisa pues acabo de finalizar el coro de los Jenízaros... Adamberger, Cavalieri y Fischer están muy contentos con sus arias... “

El 22 de agosto escribe: “...  Terminé el primer acto de la ópera. ... “

Es claro que a la velocidad de composición de Mozart la ópera estaría lista para su estreno a mediados de septiembre.

Sin embargo, dos semanas después, el 29 de agosto, anuncia dos hechos aparentemente desconectados: “... el Emperador (con algo de dificultad) ha sido inducido a que se presenten Iphigenie [auf Tauride] y Alceste, la primera en alemán y la otra en italiano ... El Gran Duque de Rusia no viene hasta noviembre, por lo que puedo escribir mi ópera con más calma. Estoy contento. No la haré estrenar antes del día de Todos Santos ya que entonces todos regresan del campo...”

Unos días después, los ensayos de Die Entführung aus dem Serail se iniciaban en el Burgtheater, aunque Mozart se sentía inseguro ante la formidable competencia del influyente Gluck. El 12 de septiembre escribe a su padre: “...Tenemos ensayo tras ensayo en el teatro... Creo que mencioné el otro día que se presentarán Iphigenie en alemán y Alceste en italiano. Si solamente se presentara una no me importaría, pero ambas – es muy molesto para mí…”

El 19 de septiembre Mozart está convencido de que deberá interrumpir su trabajo en la ópera lo que dice muy diplomáticamente a su padre en su carta de ese día: “...Aún no llega el momento de darte noticias más definitivas y reconfortantes. Sabes que estoy componiendo una ópera. Conozco este pueblo – y tengo mis razones para pensar que será todo un éxito. Si lo es, seré tan popular en Viena como compositor como lo soy al fortepiano...“

La siguiente carta, fechada el 26 de septiembre de 1781 cuando ya no existía la urgencia del estreno de Die Entführung aus dem Serail, es probablemente la carta más importante que Mozart escribió a su padre, no sólo por lo referente a la composición de la ópera, sino porque nos deja entrever su concepción de la ópera como forma artística, y de su estética musical en lo general.

“...pensé que te agradaría que te diese alguna idea de mi ópera. El texto original [el de la obra de Bretzner] empezaba con un monólogo, pero pedí a Herr Stephani[e] que hiciese de ello una arietta [Hier soll ich dich denn sehen?], – y que crease un Duetto en vez de dejarlos [a Belmonte y Osmín] discutiendo después de la cancioncita de Osmín [Wer ein Liebchen hat gefunden] – ya que dimos la parte de Osmín a Herr Fischer – quién tiene una voz de bajo sobresaliente – pese a que el Arzobispo [Colloredo] me dijo que cantaba demasiado profundo para un bajo y le aseguré que cantaría más agudo la próxima vez – por lo que hay que aprovecharlo, especialmente por ser un gran favorito del público.


Kurt Moll y Deon van del Walt

En el texto original Osmin sólo tiene esta cancioncita y nada más excepto por el trío y el finale. Bueno, le di un aria en el primer acto [Solche hergelaufne Laffen] y le daré otra también en el segundo (sic) [Ha, wie will ich triumpheren] – describí a Stephani[e] exactamente lo que necesitaba para el aria – de hecho ya compuse la mayor parte de la música antes de que Stephani[e] supiese del cambio – Te envié solamente el principio y final del aria, que pienso probará ser muy efectiva – ya que la ira de Osmín será transmitida cómicamente por el uso de la música turca [es decir, incluyendo pífanos, triángulo, bombo y platillos] – Al componer el aria hice que los hermosos tonos profundos de Fischer brillasen pese al Midas de Salzburgo [Colloredo]. El pasaje Drum beim Barte des Propheten es, por supuesto, al mismo tempo pero con notas más rápidas – al incrementar su ira más y más el allegro assai que llega cuando uno piensa que el aria ha terminado producirá un efecto excelente pues está en un tempo y tonalidad diferentes. Una persona que pierde los estribos de esa forma tan violenta, rompe todo orden, moderación y límite; deja de saber quién es él mismo – De la misma forma, la música no puede desconocerse a sí misma – pues aunque las pasiones sean o no violentas, nuca debe expresarse al punto de disgusto y la música nunca debe ofender al oído, aún en las situaciones más horrorosas siempre debe ser placentera, en otras palabras nunca debe de cesar de ser música, no elegí una tonalidad ajena a Fa, la tonalidad del aria, sino otra que sea afín a ella, sin embargo no la relativa más cercana en Re menor, sino la más remota La menor… 


Kurt Moll

…Ahora veamos el aria de Belmonte en La mayor O wie ängstlich, o wie feurig!, ¿Sabes cómo expresé ese corazón amante y palpitante? – con dos violines tocando en octavas. Esta es el aria favorita de quienes la han oído – mía también. Fue compuesta enteramente para la voz de Adamberger. Ves el temblor – el balbuceo – ves cómo se hincha su palpitante pecho; esto lo expresé con un crescendo. Oyes el murmuro y el suspiro – lo que expresé con los primeros violines con sordina y una flauta tocando al unísono. 

Fritz Wunderlich


El coro de los jenízaros [Singt dem grossen Bassa] tiene todo lo puede desearse, es decir, es corto, vívido y escrito para agradar a los vieneses… 




Coro del Maggio musicale Fiorentino

…Sacrifiqué un poco el aria de Constanze a la ágil garganta de la señorita Cavalieri, Trennung war mein banges Los und nun schwimmt mein in Aug ’im Tränen. Traté de expresar sus sentimientos tanto como un aria de bravura italiana lo permite. Cambié Hui a schnell por lo que ahora va así – Doch wie schnell schwand meine Freude. No sé en lo que nuestros poetas alemanes piensan. Si no entienden nada de teatro, particularmente de ópera, no deberían, por lo menos hacer que la gente hablase como si se dirigiese a un hatajo de cerdos, hui Sau.


 
Edita Gruberova


Ahora el Terceto! Me refiero al que finaliza el primer acto. ...  Se inicia de una forma abrupta y dado que el texto se presta, compuse una pieza a tres voces que salió muy bien; la tonalidad mayor empieza muy rápido, pianissimo para terminar con mucho ruido, lo que siempre es apropiado para terminar un acto. Mientras más ruido mejor, mientras más rápido mejor, así la audiencia no tendrá tiempo de enfriarse con su aplauso.




Ryland Davies, Willard White y James Hoback 


Te envío catorce compases de la obertura, que es muy corta con fortes y pianos alternados, siempre con música turca en cada forte. La obertura modula por diferentes tonalidades y dudo que cualquiera, aún si no durmió la noche anterior, pueda dormirse con ella.




Fabio Luisi y Wiener Symphoniler

¡Ahora viene el problema! El primer acto está listo hace más de tres emanas, así como un aria del acto II y el dueto de los borrachos [Vivat Bacchus, Bacchus lebe] per i signori viennesi que es como un tipo de tatuaje turco (sic)

Kurt Rydl y Harald Neukirch


Pero ya no puedo componer más porque todo el libreto está alterado, a decir verdad a petición mía. He planeado un encantador quinteto o finale para empezar el tercer acto, pero prefiero usarlo al final del acto II [este quinteto o finale se convirtió en el cuarteto Ach Belmonte! Ach – mein Leben] 


Edita Gruberova, Reri Grist, Francisco Araiza y Norberth Orth

Para hacer que esto funcione, tienen que hacerse grandes cambios, de hecho tiene que introducirse un nuevo argumento y Stephani[e] tiene más trabajo del que puede manejar por lo que tengo que ser paciente... él lo hace de la forma que quiero y, ¡por Dios!, no puedo pedir nada más... “

Dos semanas después de esta carta valiosísima para entender sus métodos de composición, Mozart da muestras de impaciencia en la carta a su padre del 6 de octubre: “... Estoy empezando a perder la paciencia al no poder continuar componiendo mi ópera. Cierto, compongo otras cosas, pero todo mi entusiasmo está en mi ópera y lo que me tomaría dos semanas en componer ahora me toma el doble. Compuse en un día el aria de Adamberger en La, la de Cavalieri en Si bemol y el trío, y los copié en día y medio. Al mismo tiempo, nada se ganaría si la ópera estuviera finalizada, pues tendría que esperar a que las dos óperas de Gluck estén listas [para su presentación] y los cantantes aún tienen que estudiar muchísimo... “

Una semana después, Mozart vuelve a escribir a su padre de la ópera y de nuevo expresa sus conceptos estéticos sobre la ópera como género.

La parte relevante de la carta del 13 de octubre dice: “... debo decir que en ópera la poesía [el texto] debe ser la obediente hija de la música. ¿Por qué las óperas cómicas italianas agradan en todos los lugares – pese a sus miserables libretos – aún en París donde yo mismo atestigüé su éxito? Sólo porque en ellas la música reina suprema y cuando uno la escucha todo lo demás se olvida. Porque la ópera tiene un éxito asegurado cuando el argumento es bien trabajado, las palabras escritas solamente para la música y no forzadas aquí o allá para forzar una miserable rima – quiero decir palabras o versos enteros que arruinan toda la idea del compositor. Los versos son en efecto el elemento más indispensable de la música – pero las rimas – solo por ellas – son lo más dañino...”

El 23 de octubre se presenta Iphigenie auf Tauris habiéndose pospuesto el estreno Die Entführung aus dem Serail por un tiempo indefinido, por lo que Mozart deja de avanzar en la composición de la ópera.

El 30 de enero de 1782 Mozart anuncia a su padre que la ópera se presentará después de Pascua.

El 8 de mayo escribe a su padre: “...Ayer estuve en casa de la condesa Thun y le toqué [al fortepiano] mi segundo acto [de Die Entführung], con el cual quedó tan satisfecha como con el primero...”

La ópera está completa el 29 de mayo, es decir compuso el tercer acto en tres semanas, escribiendo a su padre ese día: “...Mi amada Constanze y yo almorzaremos mañana con la condesa Thun y le tocaré mi tercer acto...”

Die Entführung aus dem Serail inició ensayos el 6 de junio y la ópera se estrenó exitosamente el 16 de julio de 1782. Mozart escribiría a su padre cuatro días después: “Espero que hayas recibido mi carta informándote de la buena recepción de la ópera [la carta a la que se refiere Mozart no sobrevivió desafortunadamente]. Ayer se dio por segunda vez. ¡Aunque no lo creas, ayer hubo una cábala aún más fuerte que la primera noche! Todo el primer acto fue acompañado por ruidos. Pero no pudieron prevenir los sonoros gritos de ‘bravo’ durante las arias...”

En la carta del 27 de julio, después de la tercera función, Mozart escribió: “...obtuvo el mayor aplauso posible, no obstante un calor insoportable el teatro estaba a reventar. La gente está absolutamente enamorada de esta ópera. De verdad que hace bien obtener tales ovaciones...”

Mozart y Constanze se casaron el 4 de agosto, el día 6 la ópera se presentó por quinta vez “...a insistencia de Gluck. Ha sido muy halagador conmigo. Mañana comeré con él...”

Al final de la temporada 1782 – 1783, el éxito de Die Entführung aus dem Serail fue absoluto en Viena, como lo demuestra el hecho de haberse presentado en quince ocasiones en el Hoftheater, más del doble que cualquier otra ópera presentada en dicha temporada.

En los tres años posteriores a su estreno vienés, Die Entführung aus dem Serail se presentó en Praga, Varsovia, Bonn, Mainz, Mannheim, Colonia, Weimar, Salzburgo, Bratislava, Rostock y Riga. Sólo Die Zauberflöte superaría el éxito de Die Entführung aus dem Serail en vida de Mozart.



© Luis Gutiérrez Ruvalcaba






jueves, 3 de mayo de 2018

Nadine Sierra en la Sala Nezahualcóyotl, mayo 2 de 2018


Una gala inolvidable



Pocas veces he asistido a una gala de una cantante que, por su edad, pudiera hacer pensado en una joven de quien se ha oído tanto en la prensa el último año siempre laudatoriamente, lo que me normalmente me hace sospechar.

Con enorme placer puedo afirmar que asistí a un concierto de una cantante que posee talento, presencia escénica, un dominio técnico que se adquiere con muchísimo trabajo, capacidad para trasmitir el drama lírico y, sobre todo, un gozo y alegría personal al cantar que contagia de inmediato al público. Se trató de la gran soprano lírico coloratura Nadine Sierra, de quien en pocos años diremos que será la legendaria Nadine.

El programa que escogió fue planeado para permitirle mostrarnos muchas facetas de su personalidad histriónica y de sus cualidades musicales.

La Orquesta Sinfónica de Minería, dirigida por su director artístico, Carlos Miguel Prieto, inició el concierto con tres movimientos de la música de ballet de Faust de Charles Gounod. La soprano empezó su actuación con el aria de Juliette “Je veux vivre dans ce rêve” de la ópera de Gounod en la que mostró su manejo del estilo francés al tiempo que afinaba y terminaba de calentar su instrumento.

En mi opinión, el momento más brillante de la primera parte de la gala fue la bellísima interpretación del aria de Zaide “Ruhe sanft, mein holdes leben” del singspiel homónimo, e incompleto, de Mozart. Lo hizo con un manejo exquisito de la dinámica y con la ternura con la que la favorita de un sultán puede enamorarse de un cautivo recién llegado. Tengo que agregar que la participación de David Ball al fagot y de Joseph Shalita al oboe, fue sencillamente perfecta.

A continuación, la orquesta nos dio la obertura de La forza del destino de Giuseppe Verdi. La interpretación fue adecuada, pero si orquesta y director lo hubieran hecho como lo hizo Manuel Hernández al clarinete, hubiera sido sublime.

Verdi continuó en el programa con la muy popular aria “Caro nome” de Gilda de Rigoletto. El papel de Gilda es uno de los que han dado fama mundial a Nadine, y hoy nos dejó ver el porqué. Interpretando el personaje sumergida en él, cantó lo que creo es una de las mejores veces que he oído interpretar esta aria. Me atrevo a decir esto después de haber oído en vivo a más de treinta Gildas.

La primera parte del concierto terminó con el recitativo “Quel guardo il cavaliere” y aria “So anch’io la virtù mágica” de Norina en Don Pasquale de Donizetti. Fue en este número en el que, como el personaje, se vio muy segura de si misma a la vez que coqueteaba con el público.

En la segunda parte del programa, la orquesta interpretó tres obras de compositores españoles, separando los números de la soprano: los intermezzos de La vida breve de Manuel de Falla y el de Goyescas de Enrique Granados – en el que brilló la sección de violonchelos de la orquesta –, y el preludio de la zarzuela El bateo de Federico Chueca.

El rumor que se oyó en el teatro dio la bienvenida a una de las piezas más representativas de Puccini, el aria de Musetta “Quando m’en vo soletta”, la canción paradigmática de la coquetería femenina. El aplauso fue impresionante.

La soprano regresó al repertorio francés al cantar el aria de Louise “Depuis le jour” de la opéra homónima de Gustave Charpentier.

El gran premio estaba reservado para el final del concierto, la escena de la locura de Lucia de Lammermoor de Donizetti. Hubo dos razones para poner el número al final: es una escena muy demandante y Lucia es uno de los papeles favoritos de la cantante. Al oírla cantar esta larguísima aria, Nadine mostró su respiración perfecta e hizo gala de su coloratura. El enfrentamiento, si así se puede llamar, con la flauta, interpretada magistralmente por María Vakorina, fue realmente estelar. Al terminar el larghetto de la escena, “Il dolce suono”, el público estalló en un prolongado aplauso que la soprano recibió graciosamente; después del aplauso continuó la cabaletta “Spargi d’amaro pianto” en la que nos comunicó inequívocamente la premonición de su muerte en la que espera reunirse con su amado. En mi opinión, éste será uno de los papeles que la harán legendaria.

Aunque hubo quien pidiese bisar la escena de la locura, Nadine sólo sonrió y nos dio como propina el aria de Lauretta “O mio babbino caro”, que le queda como anillo al dedo debido a la belleza de su voz y, de nuevo, su habilidad para hacernos saber que es una joven enamorada pidiendo a su papá que le dé su permiso para casarse. Aunque esta aria es una propina típica de un concierto de estas características por su enorme popularidad, la forma en que nos la regaló tuvo como efecto hacer que el público le diese un aplauso delirante.

De último momento, pese a no ser hispanoparlante decidió, por deferencia al público, cantar algo de repertorio español – que según Prieto es inexistente descalificando así todas las zarzuelas – y entonó “Me dicen la primorosa” que canta Elena en la zarzuela El barbero de Sevilla de Gerónimo Jiménez y Manuel Nieto.

Y así terminó esta Gala. Por supuesto hubo imperfecciones, tanto de la soprano como de la orquesta y su director, naturales al ejecutar una serie de números de diversas óperas, desconectados por necesidad. Pero éstas no opacaron en un ápice la felicidad que Nadine Sierra nos regaló esta noche. Ojalá que regrese pronto.



© Luis Gutiérrez R