domingo, 28 de agosto de 2016

Perdón, tensión de clases y erotismo


Le nozze di Figaro en Salzburgo. Agosto 16, 2016



Esta fue la última de las óperas de Mozart y Da Ponte que Sven–Eric Bechtolf dirigió en esta ocasión. Se estrenó en 2015 y regresa muy fresca este año. Hice un gran esfuerzo para “recuperar mi virginidad” en lo referente a Figaro y en cierta forma lo logré pues gocé de la función como hacía mucho tiempo no lo hacía en una casa de ópera.

Gocé tanto que logré despejar el prejuicio de no aceptar modificaciones a la época en la que Mozart la compuso. Bechtolf se apegó rigurosamente al estudio de los tres temas que Mozart explora a lo largo de sus óperas de madurez, especialmente en sus colaboraciones con Da Ponte. Los temas son el perdón, las tensiones entre clases sociales, y el erotismo.

La acción se traslada a los 1920s cerca de Sevilla presumo, pues ésta, como en el original, se menciona varias veces en el texto. De hecho la España de principios del novecientos era tan monárquica como la previa a la Revolución Francesa. La aristocracia ha sido un mal endémico del país ibérico, pues ha existido aún en la ausencia de un rey. Ergo, la existencia de un conde con poder casi absoluto es totalmente creíble en esa época y país. 


Acto I

Bechtolf y su equipo de diseñadores, Alex Eales de la escenografía, Mark Bouman del vestuario y Friedrich Rom de la iluminación, se apegan estrictamente al espíritu de la obra. La casa señorial representa con claridad las áreas íntimas, en principio, durante los dos primeros actos y las públicas durante los dos últimos. Escribí áreas íntimas en principio, pues son todo menos eso. En la estancia de Figaro y Susanna aparecen posteriormente Cherubino, Almaviva y Basilio, además del coro que lleva Figaro. La de la condesa, mucho más lujosa, es lo menos íntimo posible, pues pasan por ella Susanna, Figaro, Cherubino, Bartolo, Basilio. Marcellina y ¡el jardinero borracho! Vaya con la aristocracia. El equipo de producción no olvida presentar la ventana por la que saltará Cherubino y las tres puertas que tiene la habitación: una al resto de la casa, otra a la cámara de Susanna y la tercera al cuarto de baño de la señora –imposible de creer en 1770 pero muy posible en 1920– en el que la condesa esconderá a Cherubino en su momento y al que entrará Susanna al huir el paje por la ventana.

La escenografía del primer acto representa la casa en dos niveles, y tres estancias. A la izquierda la recámara del conde y a la izquierda la de Susanna y el cuarto de baño de Rosina. Al centro se ve la recámara de Figaro y Susanna con un corredor que une las habitaciones de los condes en el nivel superior. Este escenario se traslada parcialmente hacia la izquierda en el segundo acto, mostrando la estancia de la condesa en la mayor parte del espacio al lado derecho, en tanto que a la izquierda queda a la vista el cuarto de baño de la señora. El ver esta habitación es muy importante, ya que cuando Susanna ha sustituido a Cherubino oye el dueto entre los condes, haciendo gestos de impaciencia y sorpresa muy cómicos al escuchar que la condesa dice “È un fanciullo… “ y “Sì… Cherubino… “.

Acto II


Durante el tercer acto, el escenario se divide en tres áreas, a la izquierda el área común de la servidumbre y a la derecha hay dos niveles, en el inferior está la cava del conde, que hará las veces de escritorio y arriba la cocina. El conde canta su aria en la cava después de la escena de seducción, en tanto que la condesa lo hace en el área común entre el sexteto y la escena de la carta; en esta área también se llevan a cabo las bodas.


Acto III

El cuarto acto sucede en un invernadero que sustituye muy bien al jardín. La iluminación es perfecta pues hace creíble que los personajes se confundan entre sí, sin que el público sólo vea penumbras. Bechtolf mantuvo su concepto al hacer que la condesa aceptase perdonar a su esposo embargada de tristeza. Este aspecto pesimista es el único que me molesta de la producción.

Acto IV

La actuación de todo el reparto es formidable, manteniendo la tensión dramática continuamente ateniéndose al tempo de Mozart, salvo cuando la partitura lo marca de otra forma, como en las arias de Rosina, Susanna y durante su bellísimo dueto.

No hubo una sola mancha en el aspecto musical. Adam Plachetka demostró mayor madurez vocal como Figaro, Luca Pisaroni es ya el Conde Almaviva en cualquier teatro y Carlos Chausson es una garantía de excelencia vocal, lo digo seriamente.

Anett Fritsch creció mucho más de lo esperado en un año. Sus dos arias fueron espléndidas, y su actuación en los números de conjunto sin nada que criticar negativamente. Siempre aprecio la escala descendiente de dobletes al cantar “Ah, signore quel furore per lui fammi il cor tremar” y ella lo hizo con un legato y precisión envidiables. El único cambio con respecto al elenco de 2015 fue Susanna, esta vez interpretada por Anna Prohaska. Hasta antes de “Sull’ aria… “ no me había impresionado, pero a partir de este dueto, y especialmente después de haber regalado al público una maravillosa “ Deh, vieni, non tardar, oh gioia bella” imprimiéndole más erotismo que el que ella o la condesa trataron de comunicar al seducir a Cherubino y Almaviva respectivamente, entendí el porqué es tan admirada por el público y buscada por las casas de ópera. Después del aria de Susanna, no cabe duda que en esta ópera el compositor es el dramaturgo. Margarita Gritskova cantó esencialmente el mismo Cherubino del año pasado, es decir, bien a secas.

Ann Murray como Marcellina, Paul Schweinester como Basilio, Franz Supper como Don Curzio, Christina Gansch como Barbarina y Erik Anstine como Antonio tuvieron un muy buen trabajo demostrando que no hay papeles pequeños. Una mala actuación de estos personajes puede dar al traste con una función como la de hoy. La ópera se interpretó con los cortes usuales por lo que no fue posible oír el aria de Marcellina cantada por Ann Murray.

Dan Ettinger dirigió espléndidamente a la Orquesta Filarmónica de Viena que sonó como nunca pero como siempre, y a los miembros de la Sociedad de Conciertos del Coro de la Ópera de Viena preparados por Ernst Raffelsberger. Ettinger se encargó de la ejecución del fortepiano durante los recitativos lo que le da mucho valor a la función. De hecho extrajo varias sonrisas y algunas carcajadas del público al citar otras óperas de Mozart en los momentos adecuados. El que el director interprete los recitativos eleva la calidad de la ejecución en forma muy importante.

No tengo duda de que, como escribió Herbert Weinstock en la Encyclopaedia Britannica, “la mera existencia de Le nozze di Figaro basta para justificar la civilización occidental”.



© Salzburger Festspiele / Ruth Walz por las fotografías


© Luis Gutiérrez Ruvalcaba

jueves, 25 de agosto de 2016

Y hubo oro


Die Liebe der Danae en Salzburgo. Agosto 15, 2016



La última ópera que Richard Strauss compuso fue Capriccio, sin embargo la última en estrenarse fue Die Liebe der Danae (El amor de Danae) El libreto de Joseph Gregor se basó en un borrador de Hugo von Hofmannstahl. El argumento mezcla dos mitos griegos y se resume a continuación.

Al principio de la ópera, el rey Pollux trata mejorar sus finanzas casando a su hija Danae con el rico Midas, quien realmente es Júpiter disfrazado, enamorado de Danae y que espera tener una nueva aventura amorosa bajo el disfraz. El verdadero Midas, que acompaña a Jupiter como mensajero, es un muletero llamado Chrysopher que permitió al dios asumir su apariencia a cambio del don de convertir en oro todo lo que toque. Jupiter envía a Midas a preparar la reunión pero al encontrarse con Danae las cosas se desarrollan en forma muy diferente a la planeada. No sólo él se enamora perdidamente de la princesa sino ésta corresponde al amor del muletero, a pesar de que Jupiter la había deslumbrado con una lluvia de oro en sus sueños. Al abrazar Midas a Danae se hace efectivo el don por lo que ella se convierte en una estatua de oro. Jupiter la confronta con un dilema: o se entrega a él, o vive en la pobreza con Midas a quien ya revocó el don maldito. Danae se decide por Midas. La pareja vive felizmente en una pobre choza y, en un último esfuerzo para quedarse con ella, Jupiter tiene que admitir que el oro perdió todo atractivo ante Danae. Jupiter renuncia a sus deseos y bendice a la pareja y al amor humano.

Alvis Hermanis dirigió la puesta en escena y diseñó la escenografía. En el Grosses Festpielhaus reinó gloriosamente el dorado, mismo color que vistió, es un decir, un grupo de bailarinas que enmarcó la mayoría de las escenas en las que aparecían Jupiter, también vestido en oro y Danae, normalmente en blanco. Algunos miembros del coro portaban unos turbantes enormes y otros vestían de blanco como lo hicieron Pollux, todos ellos coreografiados espléndidamente por Alla Sigalova. Debo decir que Juozas Statkevičius logró un diseño de vestuario inolvidable.

Ensemble

El escenario formado por una escalinata, algunas plataformas y un barandal representó adecuadamente todas las áreas en las que se desarrolla la acción, es decir, la cámara en la que Jupiter conquistó a Danae, la choza en que ésta vive con Chrysopher, y algunas áreas adicionales que dan lugar a una brillantísima. U no sólo por el colorido, puesta en escena, iluminada con virtuosismo por Gel Filshtinsky.


Un detalle muy aplaudido fue la aparición de una mula, de hecho una burra, que pasó ante el escenario y que se veía sorprendida pues veía al público ensimismado con su presencia. Es claro que la burra estaba muy bien entrenada pues no rebuznó ni…


Los cantantes superaron espléndidamente el tour–de–force que les representa esta ópera. Las líneas melódicas son muy angulosas y tanto la orquesta como la producción en sí, les exigen lograr y mantener un volumen que les permita ser oídos sin necesidad de empujar, lo que lograron satisfacer con solvencia.

Cada vez admiro más a Krassimira Stoyanova quien encarnó vocal y actoralmente un magnífica Danae. En mi opinión el esfuerzo físico más notable lo puso al mantenerse inmóvil en una posición incómoda por más de tres minutos. Su voz continua siendo poderosa y argentina.

Krassimira Stoyanova y ensemble
El barítono Tomasz Konieczny fue Jupiter, quien probablemente tenga la partitura más exigente, misma que ejecutó con la fuerza del dios mitológico por excelencia y líder masculino de los personajes.

Tomasz Konieczny y ensemble

Strauss decidió hacer algo excepcional en esta ópera al hacer que un tenor tenga un papel principal, y dos más papeles secundarios pero muy importantes. Gerhard Siegel tiene una voz con la que muchas veces ha cantado  Mime, pero en esta ocasión le dio una faceta mucho más lírica en el papel de Midas, alias Chrysopher.

Gerhard Siegel, Krassimira Stoyanova y Tomasz Konieczny

Norbert Ernst y Wolfgang Ablinger–Sperrhacke hicieron veraces los papeles de Merkur y Pollux.

También aparece un grupo de cuatro ex–amantes de Jupiter que con terquedad y molestia de Jupiter, no así del público, aparece continuamente durante el segundo acto. Se trata de Semele, Europa, Alkmene y Leda, interpretadas por las sopranos Maria Celeng y Olga Bezsmertna, la mezzo Michaela Selinger y la contralto Jennifer Johnston.
Franz Welser–Möst volvió a ser el virtuoso de la dirección, al hacerlo con la Orquesta Filarmónica de Viena y la Sociedad de Conciertos del Coro de la Ópera de Viena, preparado en esta ocasión por Ernst Raffelsberger.

La música de Strauss es complicada y un poco burda durante los dos primeros actos, pero la del tercero es tan bella y voluptuosa como la de sus óperas más famosas. En mi opinión, Strauss es uno de los grandes orquestadores de toda la historia de la música, lo que demuestra al hacerlo con un enorme instrumento que demanda más de cien maestros.

Este fue uno de aquellos casos en los que solistas, orquesta, coro, equipo creativo, público  y cronistas tienen que “aprenderse” una nueva ópera en un verano. Música, puesta en escena y ejecución, superaron mis expectativas.

© Salzburger Festspiele / Forster por las fotografías

© Luis Gutiérrez R


¿Un infierno gris?


Faust  en Salzburgo. Agosto 14, 2016



Faust es una ópera que ha sido parte del repertorio duro de casas como la Opéra de Paris y la Metropolitan Opera, sin embargo se estrenó hasta este año en el Festival de Salzburgo. Supongo que hay varias razones para ello: no es una ópera de festival, su argumento está basado en el Faust Parte 1 de Goethe por lo que en Alemania y Austria se le ha llamado con cierto desdén Gretchen, alrededor de quien se desarrolla el argumento, y otras que no me imagino.

Siguiendo otra línea de pensamiento diré que dos características anuales del Festival de Salzburgo son el estreno de una ópera contemporánea – o al menos considerada rareza– como The Exterminating Angel este año, y la puesta en escena no precisamente tradicional de una ópera del repertorio tradicional, Faust en esta ocasión.

El director de escena –quien también diseñó escenografía y vestuario– fue Reinhard von der Thannen escribió en el programa una descripción de su concepto a lo largo de seis páginas. Al notar esto me dijo “sin duda alguna ésta es la producción controversial” y así fue. Por supuesto decidí no leer lo escrito por Thannen.

La acción de la ópera se desarrolla a lo largo de un círculo temporal que inicia y termina en la palabra Rien; el escenario da la impresión de ser una cubierta de un buque de pasajeros, limitada al fondo por un enorme bastidor en el que se resalta una circunferencia que se expande en elipses –a mis lectores mexicanos les digo que cuando esta imagen se ilumina en algunos momentos, es muy similar al logo de una empresa televisiva que identifico como algo de lo más retrógrada que aún existe en México.

La escenografía fue sencilla tuvo pocos cambios relativamente, el estudio de Faust fue un espacio delimitado por folios de papel rodeados por cuatro grandes cuervos, al que se incorporó  un gran baúl con focos y espejo como lo que se puede encontrar en cualquier camerino ante el que Faust se transformó y al que Méphistophéles regresaba de cuando en cuando, incluyendo una vez a recoger las joyas a ofrecer a Marguerite; la casa de Marguerite fue una superficie convexa – desde la visión del público – iluminada por una buena cantidad de focos. Un elemento de utilería  muy notable fue un enorme esqueleto que bajó desde lo alto previo al coro de los soldados en el cuarto acto. He de decir que el simbolismo de este esqueleto fue tan obvio que me hizo odiar el que hayamos tenido dos intermedios, uno específicamente para instalar este enorme objeto, que hicieron que la ópera durase casi cuatro horas.


Sociedad de Conciertos del Coro de la Ópera de Viena.

El vestuario de los solistas fue el estándar para sus categorías de profesor, doncella inocente, su hermano y su enamorado y, por supuesto de diablo – al que en  un momento dado le creció cómicamente una cola. El de pueblo y soldados consistió en trajes semejando los de una marioneta. Es probable que ésta fuera precisamente la intención de Thannen. El coreógrafo Giorgio Madia tuvo una destacada actuación al evitar choques al azar entre la multitud de miembros del coro adicionada por algunos bailarines y mimos. Pero su diseño estético de los movimientos no fue bello en absoluto, remarcando posiblemente el concepto del director de escena. La iluminación fue impecable dada la elección del gris y sus variaciones como color base de la escenografía.

Tara Erraught y miembros del coro

En cuanto a la partitura, se cortó la Noche de Walpurgis pero se incluyó una segunda aria de Siébel desconocida por mí.

La interpretación musical fue muy buena. Piotr Beczala es sin duda uno de los tenores más importantes de la actualidad y lo demostró continuamente en esta función. Su “Salut! Demeure chaste et pur” fue francamente conmovedora. He oído esta ópera con otros cantantes del mismo nivel y puedo afirmar sin avergonzarme que Beczala lo ha hecho como ninguno de ellos.

Piotr Beczala e Ildar Abdrazakov




Piotr Beczala y Maria Agresta

De quien esperaba mucho más fue Ildar Abdrazakov. Tiene las notas y la técnica pero no la pasión maligna para cantar y actuar a Méphistophéles. No sé si fue causado por el gris de la producción o el haber oído unos instantes antes el aria de Valentin pero el hecho es que no brilló al entonar “Le veau d’or et toujours debout!” como tampoco lo hizo durante toda la ópera. Sentí que oía a un robot en lugar de a Méphistophéles. De hecho me dio la impresión de asistir al cobro de una factura impagable cuando reclama el alma a Faust. Un Méphistophéles más o menos bueno es un mal Méphistophéles.

Maria Agresta fue una excelente Marguerite imprimiendo dramáticamente a su personaje la inocencia encandilada por las joyas que le regala Faust, así como su amor por el joven y su dolor por el asesinato de su hijo. Por supuesto lo hizo cantando con excelencia su parte, destacando en la balada del rey de Tule y el aria “O Dieu! Que de bijoux!” y también durante las escenas de la iglesia y salvación de su alma.

La mezzosoprano irlandesa Tara Erraught nos regaló un Siébel tierno y enamorado con su voz dulce y permanentemente entonada. El barítono Alexey Markov cantó “Avant de quitter ces lieux” formidablemente y su actuación y vocalismo en la escena de su muerte no le fueron a la zaga, su voz es bella y su técnica impecable. Estuvo a la altura de los personajes principales.


Alexey Markov e Ildar Abdrazakov


Marie–Ange Todorovitch y Paolo Rumetz como Marthe y Wagner no desentonaron con el reparto. 

El argentino Alejo Pérez tuvo una buena actuación al dirigir la Orquesta Filarmónica de Viena y la Sociedad de Conciertos del Coro de la Ópera de Viena, debo decir que lo único criticable fue el hacer las pausas muy largas al término de los números musicales, pausas que no provocaron el aplauso esperado. En Europa la aplauso—manía es mucho menos virulenta que en América.

Tengo que destacar la maravillosa actuación de los miembros del Coro, preparados por Walter Zeh, pese a haber sido disfrazados en forma tan ridícula.

Mi conclusión es que este Faust no viajará a otros escenarios, no por su concepto, sino por lo gris del mismo. 


© Salzburg Festspiele / Monika Rittershaus por las fotografías
© Luis Gutiérrez R



martes, 23 de agosto de 2016

Viva la libertà! Revisitada


Don Giovanni  en Salzburgo. Agosto 13 de 2016



Esta producción de Don Giovanni se estrenó en 2014 y se presenta sin cambios en lo referente a la puesta en escena (ver reseña de la producción original en mi elucubración copiando y pegando, tan de moda en México, la liga http://operayotraselucubraciones.blogspot.mx/2014/08/viva-la-liberta.html)

Los dos papeles masculinos principales, Don Giovanni y Leporello, fueron interpretados de nuevo por Ildebrando d’Arcangelo y Luca Pisaroni. Muy pocos bajos cantantes pueden hacerlo mejor que ellos, lo que confirmaron en forma espectacular en esta función. La soprano moldava Valentina Nafornita volvió a encarnar a Zerlina y sigo sin entender el porqué de tanto aprecio en Austria, pues en mi opinión su calidad no destaca sobre el promedio de las sopranos que cantan en Salzburgo y Viena, por ejemplo. El joven barítono Iurii Samoilov cantó un muy buen Masetto. Muchos grandes cantantes mozartianos han empezado cantando este papel.


Ildebrando d'Arcangelo y Luca Pisaroni


Valentina Nafornita

Iurii Samoilov y Valentina Nafornita

La italiana Carmela Remigio fue una buena Donna Anna, nada más, y Layla Claire una Donna Elvira de nivel más bien bajo. Cuando Elvira inicia el sexteto del segundo acto al cantar “Sola sola in buio loco” siento normalmente la urgencia de subir al escenario para calmar su miedo infantil. En esta ocasión no sentí nada.

Layla Claire

Como en 2014, la versión que se interpretó fue la híbrida que nunca oyó Mozart.  Esto tuvo un resultado mixto pues hubo que oír “Mi tradì quell’alma ingrata” con una Elvira subpar, aunque pudimos escuchar al Don Ottavio de Paolo Fanale cantando “Dalla sua pace” e “Il mio tesoro intanto” en una forma elegante. Il Commendatore fue sólidamente interpretado por Alain Coulombe.

Paolo Fanale y Carmela Remigio

Alain Coulombe e Ildebrando d'Arcangelo


Alain Coulombe e Ildebrando d'Arcangelo



La dirección de Alain Altinoglu al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena y la Sociedad de Conciertos del Coro de la Ópera de Viena fue excelente, habiendo destacado el hecho de que fue el quien fue responsable de los recitativos desde el fortepiano. También destacaron Lauro Komploj interpretando la mandolina durante la serenata y los miembros jóvenes, algunos de ellos niños, de la Academia de Verano de la Filarmónica de Viena, que interpretaron las tres danzas del baile del primer acto y la “harmoniamusik” del final. Altinoglu ganó un bono especial al no interrumpir la música al fin de la condenación del pérfido, e iniciar sin pausa el sexteto final, evitando así un aplauso atentatorio contra la integridad de la obra.

El final de Don Giovanni me hace pensar que acabo de vivir momentos que me sedujeron y aterrorizaron, lo que pasará seguramente con todos aquellos que se acerquen a esta obra fundamental de la creación de Mozart.



© Salzburg Festspiele / Ruth Walz por las fotografías
© Luis Gutiérrez R





Cosî en Salzburgo 2016


 


Così fan tutte en Salzburgo. Agosto 12 de 2016



El Festival de Salzburgo programó desde 2012 la puesta en escena de las óperas en las que colaboraron Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo Da Ponte a 0presentarse en 2013, 2014 y 2015 individualmente y las tres en el Festival de 2016. El orden en que se presentaron las obras fue el inverso al de su composición. Così fan tutte en 2013, Don Giovanni en 2014 y Le nozze di Figaro en 2015, todas ellas en el escenario de la Haus für Mozart, con la Orquesta Filarmónica de Viena y la Sociedad de Conciertos de la Ópera de Viena. Lo que parece “sencillo” no lo fue tanto. El productor de las tres óperas, Sven–Eric Bechtolf se convirtió en intendente del Festival a partir de 2014, Franz Welser–Möst quien dirigiría las tres obras, no lo hizo al entrar en conflicto con  el entonces intendente Alexander Pereira en 2013, debido a detalles de programación de las funciones de Così fan tutte; Christoph Eschenbach sustituyó a Welser–Möst en Così fan tutte y Don Giovanni, pero Dan Ettinger subió al podio en 2015. Los directores y las orquestas fueron diferentes, así como repartos con cambios importantes en algunos casos. Al final sólo fueron constantes Mozart, Da Ponte y Bechtolf. Concluyendo, lo sencillo fue muy complejo, lo que dice algo de lo que es el mundo de la ópera incluso en lugares tan poderosos y privilegiados como el Festival de Salzburgo.

Por razones de programación del estreno mundial de The Exterminating Angel de Thomas Adès, hubo que presentar Così fan tutte en la Felsenreitschule. Esto implicó una nueva producción, también de Bechtolf, en un escenario radicalmente distinto al de la Haus für Mozart. El escenario de la Felsenreitschule es muy peculiar al estar rodeado por arcadas de roca, contar con un techo independiente de la sala, necesidad de construir un foso orquestal y carecer de telón dada la extensión del escenario. Esto tiene fuerte impacto en la acústica así como en la dificultad de producir una ópera de cámara como lo es Così fan tutte. Pese a todo, creo que la problemática se resolvió muy bien, debido especialmente a la calidad de las fuerzas musicales.

Final 2 Escena de la falsa boda. Todo el reparto, más los filósofos

Se trató de una nueva producción y no de una adaptación de la de 2013 (ver reseña del 21 de agosto de 2013 en L’ape musicale).
Durante la obertura, se ve a Don Alfonso discurriendo con sus colegas, filósofos del siglo de las luces, acerca de un experimento que les presentará. Durante los últimos compases de la obertura los colegas se enmascaran y se sientan estratégicamente en lugares desde los que pueden observar lo que sucede en el escenario. La escenografía, diseñada por el mismo Bechtolf, se limita a varios lienzos que nos hacen saber, con apego al libreto, el lugar donde se ubica la acción. Los colegas de Alfonso serán quienes hagan lo necesario para el cambio de lienzos. El vestuario diseñado por Mark Bouman coloca la acción en la época de la composición de la ópera y ella iluminación de Friedrich Rom excelente pues resalta lo que sucede a lo largo de la ópera.

Mauro Peter encarnó un excelente Ferrando. Durante “Un’aura amorosa” nos dio su sensibilidad ante la situación que parece controlada, y en “Tradito, schernito” podría haber muerto de dolor si los alientos de Mozart no se hubieran compadecido de él. Por desgracia se cortó el aria “Ah, lo veggio; quell’anima bella” que dramática y musicalmente es la pieza que da pie al gran rondò de Fiordiligi. En el punto más candente de la ópera, en el que la seduce en el dueto “Fra gli amplessi in pochi istanti”, transmitió el erotismo necesario para emocionar.

Alessio Arduini fue un Guglielmo muy inferior al reparto. Sus arias pasaron desapercibidas y su actuación fue todo menos convincente.


Alessio Arduini y Mauro Peter

Michael Volle fue un excelente Don Alfonso, aunque hay que decir que el papel le queda muy chico. Su presencia es más actoral que musical, y logró ejecutar ambas partes con seguridad.

Martina Janková fue la única de los cantantes que repitió personaje, Despina, papel que, como se esperaba y acostumbra, interpretó excelentemente. Su actuación es también destacada y pocas veces he visto el descontrol de la doncella al saberse fuera del secreto de Don Alfonso y los soldados.


Martina Janková y Michael Volle

Angela Brown, Dorabella, nos regaló un bello “È Amore un ladroncello” aunque su “Smanie implacabili” no tuvo esa exageración de sentimientos, con la que Mozart parodia el aria furibunda de la opera seria, por ejemplo la de Electra “Tutte nel cor vi sento”. En mi opinión, su actuación fue deficiente al mantener el mismo gesto bobalicón durante toda la ópera.

La estrella de la función fue Julia Kleiter, quien encarnó una fabulosa Fiordiligi; desde el dueto inicial con Dorabella dejó ver que tendría una función excepcional. Durante “Come scoglio immoto resta” hizo que el aria de similitud fuese tan cómica como Mozart la diseñó a más de haber esculpido toda la dificultad que implica el rango y la coloratura de la pieza. Cantó el mejor “Per pietà, ben mio perdona” que he oído en mi vida, transmitiendo la angustia y culpabilidad que siente por haberse enamorado de otro hombre. En mi opinión, los detractores de esta ópera sencillamente no entienden este rondò. Finalmente, el dueto con Ferrando nos muestra una mujer derritiéndose de hasta alcanzar su punto de caramelo. La voz de Julia Kleiter, siempre entonada y entendiendo a Mozart, tiene una belleza tal que más que oírla me hizo sentir caricias en el oído. De hecho en todo el cuerpo.

Angela Brown y Julia Kleiter

Julia Kleiter cantando Come scoglio


Además de contar con bellísimas arias, esta ópera destaca por sus números de conjunto. Todos ellos sin excepción fueron espléndidamente cantados y actuados. Como suele suceder, destacó el canon del segundo final “En el tuo, nel mio bicchiero”, por supuesto liderado por Fiordiligi.

Durante el final de la ópera, Don Alfonso reparte una hoja de papel tanto a sus colegas cantantes y a sus colegas filósofos, en la que están escritas las últimas dos cuartetas: “Fortunato l’uom che prende…”

Sentí que no bajase un telón, porque éste no sólo termina Così fan tutte, sino significa el final del siglo de las luces y la razón.

Ottavio Dantone dirigió a la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo con precisión y tempi coherentes con la partitura y la producción. El coro tuvo una actuación impecable, como siempre. Muchas veces olvidamos la importancia del continuo, pero hay que destacarlo cuando logra mover adecuadamente, ágilmente o con lentitud en su caso, los recitativos. En esta ocasión Giorgio Paronuzzi tuvo una gran actuación desde el fortepiano.

En resumen, Così fan tutte seguirá siendo una de mis óperas favoritas y deseo que el futuro me depare asistir a muchas funciones de Julia Kleiter.



© Salzburg Festspiele / Ruth Walz por las fotografías

© Luis Gutiérrez R