lunes, 7 de abril de 2014

Otra visita a Le nozze di Figaro (III)


Acto II

Habitación lujosa con tres puertas y ventana. La Condesa sola. Hacia el mediodía.
Rosina lleva tres años casada con Almaviva y lo que era amor apasionado se ha convertido en abandono. Expresa estos sentimientos en la cavatina, No.11, “Porgi amor, qualche ristoro”.

Canta Annette Dasch dirigida por Jacobs
 
 

 
Esta cavatina es un reto a la cantante que interpreta a la Condesa, pues cuenta con una orquestación muy reducida - clarinetes, fagotes, cornos y cuerdas. Cualquier error es fatal ya que aún un oyente poco entrenado lo detecta; es algo así como el acto de un alambrista sin red protectora. La melodía en Mi bemol mayor, vuelve a asociarse a la incertidumbre.
 
Pese a tratarse de un aria reflexiva, no es como las de la opera seria pues la Condesa queda en escena a la que llega Susanna, su doncella y confidente, a quien pide la ponga al tanto de los acontecimientos. Figaro entra poco después y dice que entiende totalmente que el Conde quiera restituir el derecho feudal pues, en su opinión, es muy natural y, si Susanna quiere, muy posible; sin embargo dice a la Condesa que no debe entristecerse ya que él tiene todo bajo control. Menciona que hizo llegar al conde, vía Basilio, en la que se lee que la Condesa concierta una cita con un amante durante el baile. También sugiere que Susanna diga al Conde que lo esperará en el jardín esa noche, pero que el que asista sea Cherubino, disfrazado de chica, quien vaya al encuentro y así burlar al Conde. Figaro sale y envía a Cherubino, quien entra vestido con uniforme de oficial del regimiento de Almaviva. Susanna lo convence de que cante la canción que le había dado en la mañana. El paje no se hace mucho del rogar y canta el aria, No.12, “Voi che sapete”.

Canta Frederica von Stade
 


 

En Le Mariage de Figaro, Beaumarchais indica que en este punto Cherubino canta una romanza de nueve couplets con la melodía de la canción popular “Marlbrough s’en va–t–en guerre.”  Da Ponte acude a Dante, de quien adapta un soneto, al que Mozart regalara una de sus melodías más difíciles de olvidar.





Es claro que ésta no es un aria reflexiva sino una declaración de amor más específica que la universal que Cherubino proclamó en el primer acto.

La suerte me hace tener a la mano otra versión de esta aria, a la manera de la llamada Historically Informed Performance (HIP), como lo es la producción de René Jacobs, en la que los cantantes ornamentan sus partes.
Esta versión la canta Angelika Kirchschlager
 
 
La tonalidad del aria es Si bemol mayor, que Mozart asocia a miembros de la nobleza - los pajes como Cherubino eran "cadetes" de las casas nobles, como lo es Oscar en Un ballo in maschera de Verdi. También la asocia a momentos de excitación. Para acentuar la delicadeza de la música, el compositor sólo emplea flauta, oboe, clarinete y fagot (uno de cada uno) y cuerdas, con una salpicada de los cornos.

En los preparativos para disfrazar a Cherubino como mujer – el disfrazar como mujer a un hombre que es una mujer disfrazada ha de haber divertido a Freud – Susanna va al clóset de la Condesa por un sombrero a la vez que Cherubino enseña a la Condesa la orden de acuartelamiento a la que le falta el sello oficial. Regresa Susanna y se dispone a disfrazar  a Cherubino a la vez que la Condesa expresa su temor por una posible visita de su esposo, a lo que la doncella dice que no hay por qué temer, pues no hacen nada malo. Susanna viste a Cherubino cantando el aria, No.13, “Venite inginocchiatevi”.
Canta Rosemary Joshua
 
 
Al terminar de vestirlo, Susanna va a buscar a buscar un listón que le pide la Condesa en tanto que Cherubino y la Condesa tontean. En ese momento, Almaviva toca a la puerta por lo que la Condesa mete a Cherubino apresuradamente dentro del clóset. Como se dijo al inicio de esta entrega, las instrucciones escénicas del libreto piden tres puertas en la habitación, lo que no es una ocurrencia del libretista, pues una es la de entrada a la habitación, otra da al clóset y la otra a la alcoba de la doncella. Los ponedores de escena logran momentos de placer casi orgásmicos cuando ignoran las instrucciones.
El Conde de Almaviva entra exigiendo a la Condesa le diga con quién hablaba y ésta dice que con Susanna quien se fue a probar su vestido de boda a su alcoba. La Condesa y el Conde escuchan un ruido que Cherubino hace en el clóset lo que hace que Rosina se confunda ante las preguntas cada vez más insistentes de su esposo. Susanna se asoma por la puerta de su alcoba y se da cuenta de la situación.
El Conde, al límite de su paciencia y dirigiéndose al clóset en  el que dijo su esposa había entrado su doncella, inicia el trío, No.14, “Susanna, or via sortite”, ordenándole salir (aunque quien se enconde ahí es el paje).
Cantan Ruggero Raimondi, Cheryl Studer y Marie McLaughlin en una función dirigida por Claudio Abbado en la Ópera de Viena en 1991
 
 
Este trio es, según el académico mozartiano Tim Carter, “una sonata sin desarrollo con una recapitulación temática muy clara”. La exposición del tema principal aparece cuando el Conde ordena a Susanna que salga del gabinete, y la recapitulación aparece cuando le pide que por lo menos hable, “Dunque parlate almeno”, lo que la Condesa veta hermosamente al exclamar “Nemmen, nemmen, nemmeno” con una melodía ascendente seguida por saltos de una octava.
El Conde enfurecido por no haber logrado que su esposa le diese la llave del clóset, decide derrumbar la puerta, pero la Condesa le dice que eso la deshonraría. Almaviva decide ir por una llave maestra y ordena a su esposa que lo acompañe –para evitar que deje ir a quien esté escondido en el clóset. En ese momento, Susanna sale de su alcoba, hace salir a Cherubino y lo hace saltar por la ventana;  esta acción sucede mientras cantan un dueto muy breve y rápido, No.15, “Aprite, presto aprite”. Al terminar el dueto, Susanna se mete al clóset.
Cantan Kathleen Battle y Frederica von Stade en una función del MET con la producción de Jean Pierre Ponelle en 1985, bajo la dirección de James Levine. 

 

 
Regresan los Almaviva y la Condesa confiesa que es Cherubino quien está en el clóset, lo que termina de enfurecerlo e inicia el Final del segundo acto, No.16. “Esci ormai, garzon malnato".
Cantan Thomas Allen, Carol Vaness, Kathleen BAttle 
 


 
Al final del dueto inicial, Mozart ha modulado de Mi bemol mayor a un muy amenazador Fa menor al hacer que el Conde insulte a la Condesa exclamando "Un'infida, un'empia sei, e mi cerchi d'infamar".

Al iniciar el trio, Susanna sale del clóset sorprendiendo al Conde, pero aún más a la Condesa, quien estaba segura que el que estaba escondido era Cherubino.
 
 
 


La Condesa, reponiéndose, dice que todo fue una artimaña para poner celoso al Conde; cuando ella muestra su tristeza por ser maltratada, el Conde pide a Susanna que lo ayude a calmarla.
El trío se convierte en cuarteto cuando Figaro entra, cantando "Signori, di fuori son già i suonatori", en búsqueda de Susanna, la Condesa y el Conde para celebrar la boda pero Almaviva le pide paciencia, pues quiere interrogarlo con respecto a la nota en la que le dicen de la cita entre la Condesa y un hombre durante el baile de la boda. Entra el jardinero, Antonio, quejándose de que alguien rompió sus macetas de claveles al saltar de una ventana. Figaro dice que fue él el quien saltó por lo que el Conde pregunta el por qué del salto y el valet responde que se asustó por el ruido dentro de la habitación de la Condesa; además dice que se lastimó un pie al caer. Antonio muestra un papel que perdió el que saltó por la ventana, que resulta ser la orden de movilización de Cherubino. Figaro dice que Cherubino se la había dado porque faltaba el sello, pero el Conde no queda convencido con la explicación.  
Ruggero Raimondi, como Figaro, y James Courtney, como Antonio, se unen a la escena. 
 
 

En ese momento, se va Antonio y entran Marcellina, Bartolo y Basilio, reclamando al Conde el cumplimiento del contrato de Marcellina.

Jocelyn Taillon, Artur Korn y Michel Sénéchal complementan el septeto.



 


Como mencioné, la tonalidad en la que termina esta maravillosa pieza de música, Mi bemol mayor, subraya la indefinición en la que termina la acción dramática a la mitad de la ópera, además regresa a la misma tonalidad con que inició el Finale después de recorrer musicalmente un círculo de quintas.

Estos 939 compases ininterrumpidos de belleza representan no son sólo el "movimiento" más largo que Mozart compuso en su vida, sino una de las maravillas de la música dramática. 
 

© Luis Gutiérrez Ruvalcaba


 


 

 

 
 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario