lunes, 18 de septiembre de 2017

El polifacético "Don Carlos"


Don Carlos, ¿cuál de ellos?



Las modificaciones de Verdi a sus óperas



Giuseppe Verdi ca. 1865-1867

Muy pocas óperas tienen tantas versiones como Don Carlos de Giuseppe Verdi; es más, esta obra es la que más versiones tiene en la historia de la ópera.

Esta ópera no fue la primera que tuvo varias versiones; por ejemplo, Christoph Willibald Gluck realizó dos versiones de Orfeo. La primera, estrenada en Viena, fue Orfeo ed Euridice, en tanto que unos años después la estrenó en París como Orphée et Eurydice, ópera cuyo libreto no sólo se tradujo al francés, sino que incluyó cambios motivados por la asignación del principal de castrato alto a tenor “en alto”; Gluck compuso una nueva aria para Orfeo en el primer acto e introdujo la Danza de las furias que Gluck había empleado en su ballet Don Juan: hoy día ambas versiones se interpretan frecuentemente en el mundo. En el mismo siglo XVIII, Mozart compuso dos versiones para Don Giovanni, la primera para Praga y la segunda para Viena. Las dos versiones difieren notablemente pues en la segunda agregó un aria para Donna Elvira en el segundo acto, compuso una nueva aria para Don Ottavio en el segundo acto, omitiendo la compuesta originalmente para el primer acto, y sustituyó el aria de Leporello del segundo acto por un dueto cómico ente éste y Zerlina, asimismo, es incierta la inclusión del sexteto final de la ópera. Aunque ambas versiones pueden oírse en grabaciones, actualmente se interpreta la más de las veces una versión mixta en la que se incluyen todos los elementos de ambas, exceptuando el dueto cómico. En algunas ocasiones, especialmente en festivales. se presenta una de las dos versiones en su forma pura.

El caso más notable de la composición de versiones, previamente a Don Carlos, es Fidelio, ópera que Beethoven compuso en tres ocasiones, las dos primeras llamadas Leonore. La versión que hoy oímos es la definitiva, Fidelio, aunque existen grabaciones de Leonore.

El mismo Verdi compuso varias versiones para algunas de sus óperas, como I lombradi alla prima Crociata–Jérusalem, Stiffelio–Aroldo, Macbeth, La forza del destino y Simon Boccanegra. Como en los casos antes mencionados, existen grabaciones de todas las versiones y, con excepción de las óperas que cambiaron de nombre, normalmente se presentan las versiones finales, aunque no se han olvidado las originales y, como en el caso de Don Giovanni, Macbeth se presenta normalmente con una versión mixta.

Las versiones de Don Carlos

Algunos antecedentes

El director de la Opéra de Paris trató de convencer a Verdi para que presentara una ópera en dicho teatro. Para ello, hizo que Royer y Vaez, libretistas de Jérusalem, sugirieran al Oso de Busseto que hiciera una ópera basada en una obra de Schiller, habiendo ya usado Die Räuber en I masnadieri y Kabale und Liebe en Luisa Miller. Los libretistas ofrecían escribir un bosquejo para Fiesco ó para Don Carlos, obra por la que se decantaban dado su componente romántico. Verdi rechazó la propuesta y Don Carlos reposaría unos quince años hasta convertirse en la ópera más ambiciosa y vasta de Verdi.

En 1863, Verdi fue a Madrid al estreno español de La forza del destino. Por ello visitó El Escorial al que calificó como “severo y terrible, como el monarca salvaje que lo construyó.” Ese monarca, Felipe II, sería el personaje principal de Don Carlos poco tiempo después.

En septiembre de 1864, el director de la Opéra, Emile Perrin, volvió a intentar que Verdi regresara al teatro en el que Verdi había estrenado exitosamente Les Vêpres Siciliennes en 1855, pero que, al ser repuesta en 1863, hizo que Verdi explotara durante los ensayos orquestales, al pedir a los músicos tocasen más rápido un pasaje, a lo que los “maestros” respondieron tocándole aún más lento. Verdi asistió a la premier, pero después abandonó París bastante enojado.

Aunque Verdi contestó negativamente a la petición de Perrin no cerró completamente la puerta al escribir “si algún día escribiese para la Opéra sería solamente con un poema escrito a mi entera satisfacción, y sobre todo que encontrara realmente lleno de vida.”

Perrin mantuvo la presión vía Léon Escudier, quien colaboraba con Verdi en la revisión de Macbeth, le sugirió Cleopatra y King Lear como temas. Verdi contestó: “Bromeas, ¿regresar a la Opéra después de Vèpres?... en resumen, todo depende del libreto. ¡Un libreto, un libreto y haré la obra!”

Un mes después Escudier le ofreció un argumento para el Don Carlos, escrito por Joseph Méry en colaboración con Camille du Locle. Después de unos días, Escudier escribió a Perrin: “En resumen, Verdi acepta el contrato para componer una ópera para el inverno 1866–1867, sujeto a las condiciones que se acuerden. Será King Lear o Don Carlos.” Desde ese momento, Verdi decidió que hacer aparecer a Carlos V e incluir la escena de Fontainebleau eran muy buenas ideas. 
Por cierto, la obra de Schiller no fue la única fuente del libreto de Méry y Du Locle. El primer acto, el de Fontainebleau, tan querido por Verdi, y el auto da fé del acto III están basados en Philippe II Roi d’Espagne, obra de Eugéne Cormon, estrenada en 1847. 
En otro orden de ideas, pese a haber dicho que era imposible encontrar una cantante para el papel de Cordelia, Verdi seguía pensando en llevar al escenario su obra favorita de Shakespeare. Como sabemos nunca se materializó este sueño. 

En diciembre de 1866, Verdi firmó el contrato e inició la composición de la ópera de inmediato.

En adición a la inclusión de Carlos V y la escena de Fontainebleau, Verdi consideró que, aunque no eran considerados “operáticos”, los duetos de Felipe II con Posa y con el Gran Inquisidor deberían ser parte de la acción, si bien no en la posición que les había asignado Schiller en su obra. El dueto de Felipe II y Posa es una de las piezas que Verdi modificó en varias ocasiones, haciéndola cada vez más corta y significativa.

Creo que es necesario incluir en este punto una breve sinopsis del argumento, para entender la diferencia entre las versiones que se mencionarán más abajo.

Sinopsis

Prólogo e introducción

El bosque de Fontainebleau. Después de un prólogo musical, un coro de leñadores y sus familias lamentan su miseria causada por el crudo invierno y la guerra con España. La Princesa Elisabeth se acerca con sus compañeros de caza. Las mujeres deciden apelar a su fama de bondadosa y le presentan una vieja viuda que perdió dos hijos en la guerra. La princesa le regala una cadena de oro y les promete que las hostilidades están por terminar; de hecho, en ese momento un enviado viaja a pedir su mano para el Infante de España. Los leñadores y sus familias la bendicen al retirarse el grupo real.

Acto I

[Como se verá abajo, se cortaron prólogo e introducción, por lo que la acción y la música original se condensaron en 54 compases, en los que Elisabeth entra a caballo con Thibault, su paje, y arroja unas monedas a los leñadores, quienes se dispersan de inmediato]

El bosque de Fontainebleau. Se ha firmado un tratado de paz entre España y Francia; el Infante Don Carlos se casará con Elisabeth, la hija de Henri II. Carlos está en Francia de incógnito para ver a su novia (canta su única aria de la ópera “Je l’a vue et sans son sourire”). Elisabeth entra con Thibault. Carlos se presenta con un retrato del Infante, ella lo reconoce y se enamoran de inmediato (dueto “De quel transports poignants et doux Mon âme et pleine!”) Llega Lerma, el embajador español, con su séquito, y les informa que Henri dio su hija no al Infante sino a Philippe II. Ella acepta y el pueblo la aclama, a la vez que los jóvenes expresan su desesperación.


Acto II

Escena 1

El claustro del monasterio de San Yuste a donde se retiró Carlos V, el abuelo de Carlos. El Infante aparece sintiéndose miserable y le parece oír la voz del gran Emperador. Llega su amigo Rodrigue, Marqués de Posa, que recientemente regresó de Flandes e implora a Carlos que salve a los oprimidos flamencos. Carlos le confiesa su amor por la Reina. Ambos juran su amistad y devoción a la causa de la libertad (dueto “Dieu tu semas dans nos àmes”). 

Escena 2

En un jardín fuera del monasterio. Las damas de la corte cantan un coro y Eboli la Canción del Velo. La Reina se une al grupo seguida por Posa, éste distrae la atención de la Princesa hablando de los chismes y la última moda en París; a la vez pasa subrepticiamente una nota de Carlos a la Reina quien la lee. En un aparte, Posa solicita que la Reina conceda una entrevista al Infante (canta la romanza “L’Infant Carlos notre espérance”), se retira con Eboli; Carlos entra y, cuando Elisabeth le habla tiernamente, se desmaya levantándose delirando y tomándola en sus brazos. Ella deshace el abrazo recordándole que es su madre, y él se va desesperado. Se anuncia al Rey, quien al encontrar sola a la Reina condena a su dama de compañía principal al destierro. Elisabeth la conforta cantando la romanza “O ma chère compagne”. Al retirarse todos, Philippe retiene a Posa. En un largo dueto, Posa denuncia temerariamente la crueldad del Rey con los flamencos. Philippe se impresiona con su franqueza y le dice que se cuide del Gran Inquisidor. A su vez se abre con él y le confía sus sospechas acerca de la Reina y su hijo, y pide que los vigile.

Acto III

Escena 1

Los jardines de la Reina en Madrid. Elisabeth entra con Eboli. La Reina, quien se suponía participaría en el divertissement de la noche se siente cansada y piensa pasar la noche en oración como preparación para la coronación de Philippe II al día siguiente. Por ello da su máscara, mantilla y collar a la Princesa para que tome su papel pues nadie lo notará en la penumbra de la noche. Eboli disfruta el momento (“Ma voilà reine pour une nuit”). Escribe apuradamente una nota que da a un paje y declara que esa noche ‘intoxicará a Carlos con su amor’. Sigue el ballet La Peregrina, que Verdi escribió no sólo para llenar el expediente de la Opéra, sino como una parte del argumento de la obra. La Peregrina es una perla que poseía Philippe II y que al momento del estreno era del emperador Napoleón III. Por supuesto, la perla es personificada por la Reina, más bien por Eboli quien la reemplaza. Al término del ballet, Carlos entra leyendo la nota que cree le envió la Reina para reunirse a la medianoche. Cuando Eboli llega, él va extáticamente a ella. El error se revela y Eboli convierte su amor en ira feroz, jurando tomar venganza de Carlos y la Reina. Posa se les une y amenaza a la Princesa con un puñal, pero Carlos le impide matarla. Ella sale furiosa y Posa pide a Carlos le confíe cualquier documento que lo incrimine.


Escena 2

La plaza fuera de la iglesia de Nuestra Señora de Atocha en Valladolid. La coronación de Philippe II será celebrada con un auto-da-fé. La corte, el populacho y algunos monjes se reúnen ante una procesión solemne. Carlos al frente de un grupo de seis diputados flamencos interrumpe la procesión implorando piedad por Flandes. El Rey ordena su arresto y Carlos lo amenaza desenvainando la espada. Posa lo desarma y el Rey lo hace Duque. El auto-da-fé continúa y al elevarse las llamas, se oye una Voz de los Cielos que da la bienvenida a las almas de los herejes.


Acto IV

Escena 1

El estudio del Rey en Madrid. Philippe cavila sobre su vida sin amor y su hijo rebelde (canta el aria “Elle ne m’aime pas!”) Llega el Gram Inquisidor a quien el Rey pregunta si él, un cristiano, puede sacrificar a su propio hijo, el fraile le responde que eso es lo que hizo Dios y continúa pidiendo que Posa, un hombre lleno con ideas novedosas y peligrosas, sea entregado a la Inquisición. Philippe se rehúsa lo que enfurece al Gran Inquisidor por lo que el Rey cede a su exigencia. Al salir el fraile, la Reina entra corriendo diciendo que han robado el cofre de sus joyas. Philippe lo tiene sobre su mesa y al romperlo para abrirlo. encuentra el retrato que Carlos de dio en Fontainebleau. Por ello, la acusa de adulterio y Elisabeth se desmaya por lo que el Rey pide ayuda. Eboli y Posa entran, éste dice a Philippe que se controle y cuando la Princesa y la Reina quedan solas y Eboli, arrepentida, dice a Elisabeth que ella fue quien la acusó ante el Rey pues Carlos rechazó su amor. La Reina piensa que esto es digno de perdón, pero Eboli confiesa otro pecado: fue amante de Philippe. Elisabeth le ordena que escoja entre la clausura y el exilio. Eboli escoge lo último y decide salvar a Carlos antes de partir (canta el aria “O don fatal”).


Escena 2

Una prisión. Posa visita a Carlos quien se encuentra preso. Le dice que encontraron los papeles incriminatorios y por ello lo matarán y el Infante será liberado para ir a salvar a Flandes. Se oye un disparo de mosquete y Posa cae muerto. El Rey entra a liberar a su hijo, pero Carlos lo rechaza con horror. Una turba azuzada por Eboli, ataca la prisión para liberar al Infante, sin embargo, a una orden del Gran Inquisidor todos caen de rodillas ante el Rey.

Acto V

De nuevo el claustro del monasterio de San Yuste. Elisabeth se dirige a la tumba de Carlos V y recuerda su felicidad en Fontainebleau (canta el aria “Toi qui sus le néant”). Carlos llega para despedirse de ella antes de salir a Flandes y decirle que sólo se reunirán después en otro mundo. El Rey, el Gran Inquisidor y soldados llegan a prender a Carlos, pero antes que lo arresten se abre la puerta de la tumba de Carlos V, éste aparece y se lleva al Infante consigo dentro del monasterio.


Composición y cortes

Desde los meses de composición Verdi inició el corte de elementos de la ópera. Motivado principalmente por la mala relación entre Marie–Constance Sass y Pauline Gueymard–Lauters, las primeras Elisabeth y Eboli respectivamente, cortó un dueto entre Elisabeth y Eboli durante la primera escena del acto IV, en el que se hace patente el hecho de que la Princesa haya sido amante del Rey es la razón por la que la Reina la destierra; también cortó un dueto entre Philippe II y Don Carlos posterior a la muerte de Posa en la segunda escena del mismo acto, debido a las protestas de Jean–Baptiste Faure, creador de Posa, cuyo “cadáver” debería permanecer durante mucho tiempo en el escenario, es decir hasta que baja el telón después de la fallida rebelión. También cortó un aria para Don Carlos en el acto V, dada la estupidez manifiesta (sic) del creador del papel, el tenor A. Morère.

Verdi sabía que la Opéra le provocaría dolores de cabeza. El principal fue el cambio de cantante para el papel de la Princesa Eboli. Verdi compuso la Canción del Velo para la contralto Rosine Bloch, quien dejó la producción al ser incorporada por la administración como Fidès en una reposición de Le Prophète; la cantante sustituta, Pauline Gueymard, era una soprano que había estrenado el papel de Leonora en Le Trouvère unos años antes, y fue para su tesitura que compuso “O don fatal”. Esto creó un problema para la soprano y para las Eboli que siguieron, dado el cambio de tesitura de las dos arias. Desde el estreno, se han hecho trasposiciones en cualquiera de ambas piezas, dependiendo de las características de las cantantes.

Verdi también detestaba la lentitud con la que se tomaban decisiones, lo que caricaturiza al decir “discuten por veinticuatro horas si Faure o Sass deben levantar un dedo o toda la mano.” La cantidad de ensayos de una obra nueva lo sacaba de sus casillas y comparaba las tres semanas usuales en Italia con los más de 200 ensayos, excluyendo las sesiones individuales de coaching, que se necesitaron para Don Carlos. En su opinión tanto ensayo y discusión hacían que se perdiese toda la espontaneidad al llegar el día del estreno.


Generalprobe. 24 de febrero de 1867

Como se mencionó, se llegó al ensayo general habiendo eliminado los duetos entre Elisabeth y Eboli y Philippe y Don Carlos y la segunda aria de este último.

El ensayo inició a las 7 de la noche y terminó 23 minutos pasada la media noche. Un reporte anónimo menciona que aún si los intermedios hubieran sido más cortos, la ópera excedía al menos en 15 minutos lo usual. La Opéra de Paris tenía reglas muy rígidas en cuanto a esto, pues la hora de inicio no debería ser antes de las 7 para no apurar la cena de los asistentes (sic) y no exceder medianoche, ya que la hora de salida del último tren a los suburbios era las 12:35.

La première. 11 de marzo de 1867      

En el periodo transcurrido entre el ensayo general y el estreno, Verdi realizó un corte importante al eliminar el prólogo del acto I, también reescribió el dueto entre Philippe II y Posa y el solo de éste en el acto II, acortándolos. Lo expresado por la censura en su reporte del 28 de febrero, en el sentido de que la posición filosófica de Posa atentaba contra la monarquía y que la figura del Gran Inquisidor era una sátira del absolutismo religioso, pudo ser superado, afortunadamente, por la dirección de la Opéra y los creadores de la ópera.

El estreno de Don Carlos, Grand opéra en cinco actos, se realizó el 11 de marzo de 1867 en la Salle Le Peletier, entonces el Théâtre Impérial de l'Opéra. La obra tiene las características del subgénero, incluido un ballet, en el acto III, así como algunos divertissements, tales como la canción del velo y el auto-da-fé.

Salle Le Peletier ca. 1867

Verdi escribió a un amigo: “Ayer Don Carlos, ¡no fue un éxito! No sé que pasará después con ella, pero no me sorprendería que no cambiasen las opiniones.” Al salir de París autorizó un corte adicional a la escena 2 del acto IV. Pese a su opinión, la ópera se presentó 43 veces en la temporada con una muy buena taquilla. Sin embargo, la Opéra la retiró desde 1869 para regresar hasta el siglo pasado.

Necesito un alto en este momento pues ya tenemos varias versiones:

·      Una “ur–versión” incluye los duetos de Elisabeth–Eboli, Philippe II–Don Carlos, el prólogo al acto I, el solo total de Posa, el dueto completo de Philippe II–Posa y la segunda aria de Don Carlos en el acto V.
·        La versión del ensayo general (que algunos llaman la de 1866), incluye el prólogo y el solo de Posa y de su dueto con el Rey completos.
·      La versión de la premier (la versión de 1867), sin prólogo y con las compresiones mencionadas arriba.

De inmediato se procedió a la traducción del libreto al italiano. Ésta la realizó Achille de Lauzières y se usó por primera vez en Covent Garden, donde se la ópera se destazó desvergonzadamente. Angelo Mariani dirigió el estreno italiano la versión de 1867 con la traducción de Lauzières, en el Teatro Comunale de Bologna el 27 de octubre del mismo año.

La ópera fue estrenada en Nápoles en 1871, pero no fue sino hasta su reposición en 1872 cuando tuvo mucho éxito con un reparto encabezado por Teresa Stolz y Maria Waldmann, como Elisabetta y Eboli respectivamente.

·         En la versión de Nápoles (la de 1872) Verdi revisó el dueto entre el rey y Posa con nuevos versos de Antonio Ghislanzoni, y suprimió dos movimientos del dueto entre Elisabetta y Don Carlo en el acto V.

Desde 1875, Verdi empezó a contemplar la posibilidad de reducir la ópera a dimensiones más manejables. Sin embargo, no fue sino hasta 1882–1883 que Verdi realizó una revisión a fondo de la ópera.

Dado que Don Carlos fue concebida como una ópera francesa, estaba condicionada por la prosodia del idioma y la métrica tradicional de los versos franceses, recurrió para los textos modificados a Camille du Locle, uno de los libretistas originales. El texto final fue traducido al italiano por Angelo Zanardini con base en la traducción de Achille de Lauziéres. No sólo hubo modificaciones estructurales, como la eliminación total del primer acto, lo que causó que el inicio de la ópera incluyese una romanza de Carlo que hiciese referencia a lo sucedido en Fontainebleau. sino también se reescribieron, poética y musicalmente, muchos versos y hasta secciones completas. En esto último destaca la nueva composición del dueto de Filippo y Rodrigo del primer acto (antes segundo), obteniendo uno nuevo aún más corto y poderoso.

Verdi quedó satisfecho con la nueva Don Carlo. Sin embargo, muchos críticos y aficionados, el que escribe incluido, piensan que los motivos musicales oídos en la romanza de Carlo y en la segunda aria de Elisabetta no dan una idea completa del bellísimo dueto de las versiones de cinco actos.


La revisión de Don Carlo se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán el 10 de enero de 1884. No se incluyó el ballet por lo que Verdi decidió cortar también la escena previa al mismo, lo que da lugar a una pregunta sin respuesta al quedar sin explicación clara la confusión acerca las de personalidades de Elisabetta y Eboli por parte de Carlo al inicio del segundo acto (antes tercero).

Casi tres años después, el diario especializado de Ricordi, Gazzetta Musicale di Milano, reportó una función, dada en Módena el 29 de diciembre de 1886, que incorporó el acto de Fontainebleau a la versión de cuatro actos, quedando de nuevo en cinco actos, eliminando la romanza de Carlo del inicio de la ópera de cuatro actos. No se tiene evidencia documental, pero el hecho de que se publicara como “permitida y aprobada por su ilustre autor” indica que esta versión no fuese reprobada por Verdi, pues de haberlo hecho, no hay duda de que hubiese armado un escándalo legal por derechos de autor, de los que era uno de sus más sólidos campeones.

Así, llegamos a las dos últimas versiones de Don Carlos–Don Carlo compuestas, o al menos sancionadas por Verdi.

·         La versión de cuatro actos estrenada en Milán en 1884.
·         La versión de cinco actos estrenada en Módena, también en italiano, en 1886.

Conclusiones

A las seis versiones mencionadas, se pueden agregar varias combinaciones y permutaciones que generan otras “versiones”.

El ballet puede agregarse en cualquiera de ellas, incluyendo la de cuatro actos, sin embargo, generalmente se omite dado que el costo de la producción de la ópera, elevado de cualquier forma, sería muy difícil de cubrir por las casas de ópera de hoy; en caso de presentar el ballet habría que restablecer la escena previa, cortada en la versión de cuatro actos.

He tenido la suerte de asistir a cinco producciones de la ópera, todas en italiano y sin el ballet.

·        La producción de Graham Vick en la Opéra de Paris de la versión de cuatro actos.
·        Las producciones de John Dexter y Nicholas Hytner, ambas en el MET, de la versión de Módena.
·      La producción de Herbert Wernicke en Salzburgo de una versión de cuatro actos, pero agregando el dueto de Filippo y Carlo en el tercer acto.
·      La producción de Peter Stein en Salzburgo de una versión en cinco actos que incluyó el Preludio e Introducción al acto I, la escena previa al ballet en el acto III y el dueto entre Filippo y Carlos en el acto IV

Las producciones de John Dexter y Peter Stein están documentadas en DVD.

·        James Levine dirige la producción de Dexter con Nicolai Ghiaurov, Plácido Domingo, Louis Quilico, Mirella Freni y Ferruccio Furlanetto. La orquesta y el coro son los del MET.
·      Antonio Pappano dirige la de Stein con Matti Salminen, Jonas Kaufmann, Thomas Hampson, Anja Harteros, Ekaterina Semenchuk y Eric Halfvarson. La orquesta es la Filarmónica de Viena y el coro el de la Ópera de Viena.

También se encuentra en DVD una grabación de la versión de 1867 del Théàtre du Chàtelet, dirigida por Antonio Pappano, con José van Dam, Roberto Alagna, Thomas Hampson, Karita Mattila, Waltraud Meier y Eric Halfvarson.

En cuanto a grabaciones discográficas, recomiendo a quien esté interesado en Don Carlo dos grabaciones

·        De la versión de Módena, la grabación dirigida por Carlo Maria Giulini con Ruggero Raimondi, Domingo, Sherrill Milnes, Montserrat Caballé, Shirley Verrett y Giovanni Foiani, todos ellos en la cúspide de sus carreras. La Orquesta es la del Teatro de Covent Garden y el coro el Ambrosian Opera Chorus. Ésta es sencillamente mi grabación favorita de cualquier ópera.
·      De la de Milán, la dirigida por Herbert von Karajan con Ghiaurov, José Careras, Piero Cappuccilli, Freni, Raimondi y Agnes Baltsa también es formidable. También participan José van Dam, Edita Gruberova y Barbara Hendricks. La orquesta es la Filarmónica de Berlín y el coro el de la Deutschen Oper Berlin. No conozco grabaciones de muchas óperas que reúnan esta constelación de artistas.

Una grabación de la versión de cinco actos en francés es la de Claudio Abbado con Ghiaurov, Domingo, Leo Nucci, Katia Ricciarelli y Lucia Valentini–Terrani, con la orquesta y coro del Teatro alla Scala. En este registro, Abbado presenta comparativamente las versiones de 1866 y 1867.

Espero revisitar esta ópera en un futuro cercano, ojalá en francés, entonces se los reportaré.


© Luis Gutiérrez Ruvalcaba

lunes, 14 de agosto de 2017

Il segreto di Susanna


Il segreto di Susanna en la UNAM. 13 de agosto de 2017



Cultura UNAM presenta IM–PULSO, iniciativa que busca convertirse en un espacio anual en el que crezcan los más eclécticos lenguajes de las artes escénicas, en palabras expresadas en el programa de mano.

Uno de los proyectos es la presentación de la ópera bufa Il segreto di Susanna que Ermanno Wolf–Ferrari compuso en 1909, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.


Irasema Terrazas, Alejandro Camacho y Josué Cerón
© Hernán del Riego

El argumento de este caramelo, que así caracterizo por su brevedad y buen sabor, aunque se trata de una obra en la que el drama –cómico en este caso– se expresa esencialmente a través de la música, es decir una ópera.

La ópera describe las aventuras mentales de una pareja de recién casados, el Conde Gil y la Condesa Susanna. El Conde detesta el olor a cigarrillo, mismo que percibe continuamente en su casa; estima que quien lo causa es un hipotético amante de su joven esposa, aunque descubriremos que lo que el secreto de la Condesa Susanna es el hecho de que ella es quien fuma. Al “confesar” el hecho, su ahora amante esposo decide fumar también.

La música, aunque de corta duración, unos 50 minutos destaca por la presencia de alusiones al Preludio a la siesta de un Fauno de Debussy, que sugieren el movimiento voluptuoso del humo expelido por Susanna, así como motivos cómicos desde la obertura –sí, cuanta con una pequeña obertura que el director de escena respetó sin introducir escenas graciosas como lo hacen muchos ponedores – y la presencia recurrente de una gavota, que creo nació en Il crociato in Egitto del Meyerbeer italiano, habiendo pasado por Manon y llegando hasta la escena de Ascot de My Fair Lady.

El director de escena, Hernán del Riego, decidió poner la obra con el lenguaje de los comics, impresos y en la televisión, logrando una espléndida producción. La diseñadora de escenografía e iluminación, Xóchitl González y el diseñador de vestuario y utilería, Mario Marín del Río, lograron un brillante trabajo, en comunión total con el concepto.

La ejecución vocal y actoral de Irasema Terrazas como Susanna y Josué Cerón como el Conde Gil fue estupenda. Aunque breve, las partes de ambos cantantes no son simples, de hecho, son muy demandantes en cuanto a la duración, rango y variación de la dinámica durante sus largos solos. Alejandro Camacho como actor mudo ayudó a subrayar la comicidad de la puesta en escena.

Gustavo Rivero dirigió la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, formada por becarios menores a los 30 años, es decir jóvenes de verdad. Bajo la batuta de Rivero la orquesta logró una muy buena ejecución, destacando la del clarinetista Luis Arturo Cornejo.
No exagero al decir que pasé una gran tarde de domingo gracias a todos los artistas que nos bridaron generosamente su trabajo.





© Luis Gutiérrez R

sábado, 3 de junio de 2017

Turandot en Bellas Artes. 1º de junio de 2017


¡Otra vez arroz!



Siento la obligación de decir que hoy entendí por qué la Compañía de Ópera de Bellas Artes programa óperas del repertorio mínimo esencial. Esta es la primera vez, y probablemente la última, que veo esta ópera en México. Creo que varios miles de aficionados mexicanos a la ópera nunca la han visto en Bellas Artes, o en cualquier otro lado. Quiero suponer que lo mismo pasa con otros caballitos de batalla, miles no las han visto, en tanto que unas pocas decenas los han visto muchas veces, en algunos casos más de las prudentes. También sería bueno que la Compañía ampliara ese repertorio mínimo, pues el público espera más después de haber sido expuesto a las transmisiones en vivo de otros teatros. Lo que es indiscutible es que siempre habrá quien quiera oír “Nessun dorma” en vivo, aunque sea una vez en la vida. Por cierto, muchos de los que la oyeron hoy desearían no haberlo hecho para mantener vivo el mito.



El productor, Luis Miguel Lombana escribe en el programa de mano un rollo en el que, en su opinión, la ópera representa una batalla entre los ricos y poderosos, Turandot, y los pobre y oprimidos, Liù. En todo caso, presenta a los más pobres y oprimidos, el pueblo de Pekín –Beijng para los milenials– hambrientos de ejecuciones de los poderosos príncipes para así satisfacer su sed de sangre. La escenografía y el vestuario diseñados por David Antón estrenados en 2005 y usados en varias ocasiones en los doce años siguientes, puede describirse como el pariente pobre, muy pobre en verdad, de la fastuosa y también vacua producción de Franco Zefirelli inmortalizada en registros videográficos. La iluminación, diseñada por Laura Rode, destacó por su oscuridad.



La soprano mexicana María Katzarava encarnó una Liù humilde, más que pobre y oprimida, a la que dio una magnífica interpretación musical. El punto culminante de la función fue, sin duda, su aria “Signore ascolta” con la que ruega a Calaf desista de su osadía de retar a la princesa de hielo y sus enigmas. La Liù de Katzarava puede brillar en cualquier escenario operístico.



El papel de Turandot es sin duda uno de aquellos capaces de finalizar carreras de sopranos dramáticas por sus exigencias tonales y dinámicas, ya que su voz debe atravesar sin esfuerzo la densa orquestación que Puccini compuso para el foso. La soprano búlgara Gabriela Georgieva tuvo una destacada actuación durante el segundo acto, en el que logró un resultado ejemplar al cantar “In questa reggia”. El poder que imprimió a su desempeño y el esfuerzo que le exigió en este acto, le cobraron durante el último en el que se oyó cansada, aunque nunca perdió entonación. No faltará quien diga que se le oyó un vibrato excesivo, aunque en mi opinión nunca enturbió su demostración.



No digo nada del Calaf de Carlos Galván, pues es mejor no decir nada cuando no hay algo bueno que decir. El veterano bajo Rosendo Flores tuvo una discreta actuación al interpretar el discreto personaje de Timur.



Los tres ministros –o máscaras– son personajes que provienen directamente de la commedia dell’arte. El barítono Enrique Ángeles y el tenor Víctor Hernández tuvieron una muy buena interpretación como Ping y Pong respectivamente. Andrés Carrillo, estuvo un escalón debajo de sus colegas como Pang.



Ricardo López como el mandarín y Óscar Santana como el emperador Altoum tuvieron una buena noche.



El Coro del Teatro de Bellas Artes, preparado en esta ocasión por Alfredo Domínguez, tuvo otra buena función, aunque hubiera sido mejor si no hubiesen estremecido el escenario con su fortísimo al final del primer acto. El coro infantil Grupo Coral Ágape, dirigido por Carlos Alberto Vázquez, tuvo una muy destacada interpretación. Sus voces blancas iluminaron el escenario que había estado a oscuras durante el primer acto.



El maestro Enrique Patrón de Rueda, toda una institución de la ópera en México, es conocido por ser amigable con los cantantes, por lo que es experto en evitar que la orquesta los ahogue. Si interpretación fue muy buena; no se le puede culpar de la permanente desafinación de los metales. Por cierto, estas funciones de Turandot son las últimas que dirigirá con la Compañía de Ópera de Bellas Artes, en principio.



Fotos cortesía/INBA
© Luis Gutiérrez R








jueves, 11 de mayo de 2017

Così fan tutte en Bellas Artes. 9 de mayo de 2017


La generación que no se graduó


Jesús Suaste y Patricia Santos

© Ana Lourdes Herrera/Ópera de Bellas Artes


La última obra en la que colaboraron Mozart y Da Ponte regresó al Palacio de Bellas Artes después de más de veinte años.

En esta ocasión, el director de escena, Mauricio García Lozano, enfocó su potencial creativo en el título que Da Ponte dio al libreto, La scuola degli amanti. Don Alfonso y Despina fueron presentados como profesores de un colegio al que asisten marionetas muy fáciles de manejar. El maestro principal, Don Alfonso, fue como el que todos tuvimos alguna vez, pedante y aburrido, en tanto que Despina fue la divertida, aunque un tanto inepta, profesora a la que preferíamos. Los educandos fueron presentados como cuatro alumnos iguales en todos los sentidos, si acaso diferenciados por su género. Las parejas de enamorados no evolucionan hasta intercambiar sus intereses eróticos, por supuesto empujados por las serpientes, Don Alfonso y Despina, que envenenan la inocencia edénica con la que chicas y soldados inician la ópera. Es como si la música sólo ambientara la ópera, y no describiera la evolución psicológica de los jóvenes. El concepto, válido, de la escuela amorosa se quedó corto al no llegar a la “graduación” de los estudiantes. La escenografía, muy bien lograda por Jorge Ballina, es un aula en la que las paredes se modifican conforme avanzan las escenas. De hecho, durante el segundo acto logra representar la crisis al mostrar la inversión de los sentimientos de los alumnos, mediante el cambio de arriba a abajo del aula, subiendo el techo al suelo y colocando éste arriba. La expresión de esto es más clara en inglés pues la escena es modificada lentamente hasta terminar “upside down” al final del dueto entre Fiordiligi y Ferrando. En adición al escenario en sí, el aula se enmarca en una especie de pizarrón en el que se muestra la acción como si fueran lecciones cuyo objeto explícito en la presentación del director es educar al público. El vestuario diseñado por Mario Marín presenta a las parejas originales vestidas del mismo color durante toda la obra y la iluminación diseñada por Víctor Zapatero es tan buena como siempre, destacando la de los cuatro jóvenes durante el “È nel tuo, nel mio bicchiero” en el que ilumina a los cantantes conforme se unen al canon. En mi opinión el concepto de la producción es válido, aunque limitado pues anula las personalidades de los “alumnos” y exagera las de los “profesores”.

Silvia Dalla Benetta encarnó a Fiordiligi. No puedo hablar de sus cualidades histriónicas pues el concepto impide que las exhiba. Su rango es suficiente, casi, para las exigencias del papel de Fiordiligi. Digo suficiente pues sus notas bajas, la bajo el pentagrama en sus dos arias, llegan a ser desagradables. Su agilidad es notable, pero carece de los trinos. Lo muy atractivo de su actuación canora fueron su musicalidad y sus fantásticos messa da voce, tan importantes en el papel. La joven mezzo Isabel Stüber tuvo una destacada actuación como Dorabella y estoy seguro que la madurez que obtendrá con la experiencia le permitirá lograr ser una buena cantante. Patricia Santos fue una excelente Despina cantando con precisión y picardía todas sus intervenciones.

La interpretación musical de los hombres fue también buena, aunque hubiera sido mejor si Orlando Pineda, Ferrando, pudiese cantar, o hubiese cantado, legato, lo que no debe faltar en la parte del personaje. Armando Piña tuvo una intervención precisa, demostrando una bella voz, aunque sin controlar su dinámica. Jesús Suaste cantó bien el papel musicalmente poco demandante de Don Alfonso –recordemos que la parte fue compuesta para Francesco Bussani, cuya voz ya estaba en franco declive en 1790– a quien Mozart sólo concede dos compases de lucimiento durante “Soave sia il vento”.

De las óperas de Mozart, ésta la que más números de conjunto contiene. En muchas ocasiones los ensambles se oyeron “descuadrados”, especialmente durante los tríos masculinos. Estoy seguro que dada la calidad de los cantantes, estos números hubieran tenido un mejor resultado de haber sido ensayados apropiadamente.

Este fue uno de los casos en los que el divertir al público durante la obertura confunde el argumento, ya que Despina entra a corregir lo que estaba escrito en un pizarrón colocado en el proscenio Così fan tutte, para cambiar la última palabra por tutti, borrando la “e” y escribiendo una “i”. No será sino hasta la décima escena cuando Don Alfonso la invite al claustro. Pero, ¿a quién le importa esto?

En mi opinión, el coro tuvo dos problemas no atribuibles a sus elementos; el primero fue presentarlo con muchos elementos, muchos más que los usuales 12 o 16 cantantes, esto pudo ser una decisión del director huésped Timothy G. Ruff Welch o del director concertador y el segundo fue su ubicación. El coro del primer acto lo hicieron sentados en la sala entreverados con el público, evitando el rol caricaturesco de quienes acompañarán a los soldados al campo de batalla; cantan tras bambalinas durante la serenata, que es la escena formal de la scuola degli amanti, en tanto que durante el inicio de la “boda”, aparecen a los lados del escenario, cual si fueran curiosos llegando a ver la ópera –algo así como los turistas que entraron a la sala durante la última entrega de los Óscar; estas decisiones no agregaron, en mi opinión, un ápice de significado a la ópera y sirvieron para que una gran parte del público aplaudiera algo sin sentido. El desempeño del coro no fue malo, pero hubiera sido mejor sin tantas ideas escénicas.

Lo más destacado de la noche, fue la labor de Ricardo Magnus al clavecín. Mostró una variedad de adiciones a las notas del continuo, entre las cuales pude apreciar el tema del primer movimiento de la sonata en la K 330, lo que le dio una mayor propulsión a los recitativos. Ojalá Don Ricardo regrese a “hacer” el continuo cuando sea necesario, de veras, ojalá.

Srba Dnic tuvo un buen desempeño como concertador, aunque en momentos sentí unos tiempos más lentos de los que creo son adecuados. Los maestros que tocaron las maderas lo hicieron espléndidamente, no así los cornos –tan importantes cuando la infidelidad es el tema principal– que en momentos notables perdieron afinación.

Los cortes fueron los usuales, el dueto de los soldados del primer acto y la segunda aria de Ferrando “Ah lo veggio”; el corte de parte del recitativo de Fiordiligi previo al del dueto con Ferrando fue, en mi opinión, excesivo.

En mi opinión, esta producción y la interpretación de esta función fueron buenos, yo diría muy buenos comparados con el estándar de la Compañía Nacional de Ópera durante los últimos tiempos. Ojalá hubiera sido más ágil.

© Luis Gutiérrez

sábado, 4 de marzo de 2017

¿La noche quedó atrás? No, no es ópera.



Now that Donald Trump has challenged democratic institutions, violated American values of tolerance and openness, and questioned Western alliances, it is not unreasonable to feel a sense of grief for all that has been lost. An emotional reckoning may now be necessary to confront this new world – and to move forward constructively.

Project Syndicate, Feb.10, 2017

Por Esteban Martina

Racismo, Retroimperialismo y Protofascismo



El párrafo anterior muestra la conmoción causada por el triunfo de Donald Trump. Esta situación ha generado una serie de explicaciones que, en general, sólo de manera superficial tratan de explicar el fenómeno que se vive en Estados Unidos y en Europa con el avance de políticos llamados “populistas. En efecto, la prensa y televisión poseen una capacidad única de repetir lo mismo una y otra vez sin ningún distingo de las corrientes que generan a estos actores políticos, de los factores geográficos, sociales, demográficos y políticos propios de cada país. Por ello representan al Líder como el motor, si no único, al menos el predominante en el desarrollo de los acontecimientos. Parecería que si dicho individuo desapareciera, la vida volvería a ser “normal”.

Estas versiones de los acontecimientos parten de la suposición de la racionalidad y bondad de una gran mayoría de la población, dejando de lado la experiencia que muestra que esta racionalidad y bondad dependen de la situación histórica en cuanto al desarrollo tecnológico, económico, demográfico y de relación de clase.

La experiencia histórica demuestra que las figuras mesiánicas condensan, por así decir, la ideología de un porcentaje si no mayoritario, sí substantivo de la población y que al enunciarla como programa de gobierno fijan las tendencias vagas de esa masa en objetivos concretos. Sin embargo, hay que tener siempre presente que estas figuras surgen cuando los factores arriba mencionados son propicios.

¿Cuál es el proceso que ha generado la presente coyuntura?

Naturalmente que existen antecedentes históricos que pueden arrojar luz sobre cómo se ha desarrollado la presente situación. También existen factores nuevos que crean, modifican, reducen o amplifican ciertos elementos existentes en experiencias pasadas. Sin embargo la tríada que titula este escrito parece un punto de partida. Dicha tríada ya fue analizada en el importante escrito sobre Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt. Si bien ciertas de las aseveraciones en dicha obra no son aplicables a la época actual y su enfoque hace hincapié en cómo se genera el totalitarismo, creo que los fenómenos allí descritos pueden explicar al menos en parte las corrientes soterradas (y no tanto), que subyacen bajo la aparición del fenómeno populista, racista, imperialista (en un sentido que se discutirá más abajo) y con pronunciados rasgos protofascistas.

El capitalismo en sus diversas etapas y sobre todo a partir de la Revolución Industrial genera, sin un sistema de protección social, una substancial masa de desclasados –lumpen– que acumula una serie de agravios contra la sociedad capitalista y es un peligro para los poseedores de capital.

Hay que notar que en Estados Unidos la “lumpenización” se refleja sobre todo en la clase obrera y mayoritariamente blanca, que en una sustancial proporción ha sido desplazada y desclasada por la automatización de los últimos 40 años. Ya en 1995, el controvertido Jeremy Rifkin señaló esta tendencia aplicando a la época moderna el concepto marxista del desplazamiento del obrero por la máquina. Esto es especialmente cierto en épocas cuando gran parte del capital acumulado no genera inversiones productivas y se vuelve un capital parasitario cuyo fin único es la expansión per se explotando a la sociedad sin dar nada a cambio. Este capital en cierta forma es el equivalente al lumpen en cuanto a su situación social pues pierde contacto con la sociedad y para muchos efectos comparte sus puntos de vista.

Por otra parte, existe la masa atomizada que incluye un porcentaje elevado de la población y que se siente ajena al proceso político. Los que forman esta masa casi nunca votan pero cuando lo hacen, aunque sea en relativamente pocos números, producen shocks violentos que en caso extremo destruyen al sistema democrático (y más si sólo vota el 60% de los posibles electores). Este es el caso actual, en el que parte de la población rural siente amenazados sus valores religiosos y morales y que su modo de vida está en vías de desaparecer, votó por Trump.

En Europa, el odio al migrante islámico, no tiene un sentido religioso (en el aspecto dogmático) como en Estados Unidos, sino un miedo a ser “arrollado” por otra cultura que es vista como opuesta a los valores morales de la sociedad. En este caso, la demografía acentúa en forma brutal esta percepción.

En el momento en que el capital parasitario se alía con el lumpen y la masa responde a su llamado, se generan el imperialismo (como ocurrió a fines del siglo XIX) y el fascismo (como ocurrió en la década de los veinte del siglo pasado). El capital parasitario en su afán de expansión utiliza al lumpen y a la masa para sus fines de dominio (explotar colonias en el caso del imperialismo y controlar la población local y la de los países esclavos en forma total en el caso del siglo XX). Al mismo tiempo necesita crear uno o varios “enemigos” utilizando los prejuicios y odios ya existentes y que se agudizan en el medio lumpen y en la masa atomizada que vive en la frustración, la desocupación y el odio a las instituciones gubernamentales (esta característica compartida por parte de la oligarquía parasitaria) y al “enemigo” al que le achacan la mayoría de sus males.

En este sentido el surgimiento del racismo con fines políticos encaja en el discurso del líder pues el odio se encamina a los judíos, a los países competidores, a otra religión o al grupo que en la coyuntura sirva como chivo expiatorio. Creando al enemigo se consigue que el lumpen, quién es parte y esencia de la masa irracional –mob– y está en el último escalón de autoestima, tenga alguien al que le adscriba el odio que siente y éste lo deshumanice hasta llegar a los más terribles extremos. Esta falta de solidaridad con el otro se puede extender a la masa amorfa, más si es compartida por parte del capital parasitario con el cual puede adoptar esta visión como programa de acción.

Después de la segunda guerra mundial se generó un proceso de descolonización en el que decenas de países ganaron o recibieron su independencia. Sin embargo, los países modernos y en especial el nuevo poder hegemónico cuya tecnología y organización lo convertían en el proveedor natural de capital siguieron ejerciendo un control efectivo sobre los países subdesarrollados.

Este estado de cosas se fue modificando a partir de los años 70 del siglo pasado por varios acontecimientos:

1.   El colapso del sistema de Bretton Woods que señaló la aparición, todavía incipiente, del libre flujo de capitales y mercancías y que ha culminado en un aumento del comercio y la globalización.
2.   El anquilosamiento de la Unión Soviética que culminó en su colapso. Al mismo tiempo comenzó la transformación de ciertos países asiáticos en desarrolladores de tecnología aunado a la creciente independencia mostrada por estados antes sujetos a los países centrales, tales como Irán, India, etc.
3.   La increíble transformación de China en una potencia económica de tal envergadura que en la actualidad es el único competidor efectivo de los Estados Unidos.
4.   El envejecimiento acelerado de la población de Japón y Europa Occidental y, en parte, de Estados Unidos, acompañado de la explosión demográfica África, en los países musulmanes y, hasta la década de los 90, en América Latina.
5.   La aparición de nuevas tecnologías de manufactura basadas en la automatización y la transformación de muchas industrias de servicios por la computación.
6.   La aparición de la Internet genera además una herramienta con posibilidades ilimitadas en el ámbito financiero, político y social, tanto para bien como para mal, tal y como se refleja en su uso para difundir desinformación, mentiras y como instrumento de amenazas e insultos.
7.   El ataque a las Torres Gemelas en 2001 que señala una escalada militar de agresión por parte de Estados Unidos y de odio racial y religioso y creación de un sistema de “seguridad” interno que marca el inicio de un dominio policiaco y de los órganos de espionaje con consecuencias no previsibles para una sociedad abierta.
8.   El terrorismo que se ha internacionalizado y que hoy es capaz de actuar en el corazón de los países ricos.
9.   La crisis financiera en Estados Unidos y sobre todo en Europa a partir del 2007.

Estos hechos han provocado una serie de fenómenos que fuerzan a retomar los conceptos discutidos anteriormente.

En Europa, la bomba demográfica del envejecimiento ha causado un desbalance fiscal en varios países. Europa tiene en su cercanía varios cientos de millones de personas que han sido convertidos en presentes y potenciales refugiados debido a las dictaduras y el terrorismo que ha provocado la agresión americana en Afganistán, Irak, Libia y su ignominiosa participación en Siria. Lo anterior, aunado a una muy poca flexibilidad de adaptación ante la adopción del euro y el poco control presupuestal ha provocado una crisis en la Unión Europea. Alemania ha fallado lamentablemente en su papel hegemónico provocando la pauperización y desencanto en varios países, siendo Grecia el caso más radical.

En este sentido el proceso ha sido más de lumpenización de países y regiones que de toda la sociedad europea. A nivel social este papel lo juegan las personas ancianas que sólo tiene una preocupación: su pensión. Al mismo tiempo, las olas migratorias provenientes del Medio Oriente y África crean una presión que estimula el racismo subyacente en muchos países y varios sectores de la población que buscan un “salvador”. Hay que recordar que a fines de la primera guerra mundial una situación parecida se presentó con las oleadas de refugiados a raíz del colapso de los Imperios Ruso y Austro Húngaro (la Tierra Sangrienta). Las medidas anti inmigración surgieron rápidamente y con mucha dureza.

Hasta ahora, el impulso proteccionista exacerbado (al que llamaremos retroimperialismo) había sido restringido por el entorno económico y tecnológico, pero con el Brexit y las elecciones en Francia, Holanda e Italia, esto puede cambiar. Examinaré esta situación más en detalle en el caso estadounidense. Sin embargo, la demonización del migrante alcanza a sectores de la población no especialmente radicalizada pero que se imaginan que gente “sin mérito, peligrosa y aprovechada y con valores conservadores” les quita el trabajo, su seguridad o su pensión futura.  Si alguien como Le Pen triunfara en las elecciones, este caldo de cultivo, además de generar un retroimperialismo, ya tiene un sustrato de “culpables e inferiores” con los que toda solidaridad humana desparece. Esta presión no existe en Japón lo que lo hace un caso diverso ya que allí la inmigración es nula y el racismo se manifiesta con una cultura cerrada que se considera superior desde hace siglos. 

En Estados Unidos, donde el capital parasitario ha prosperado desde la década de los ochenta y donde el costo de la llamada “voodoo economics” y la completa falta de regulación que controlara el capital parasitario ha sido cubierto por la población, cuyos activos apenas alcanzarán en su vejez, ha existido una presión gigantesca en busca de rendimiento. Parte de esta búsqueda de expansión en el rendimiento proviene del capital parasitario que sólo busca eso sin aportar ningún tipo de servicio social o económico, pero también de una parte substancial de la población que invierte en fondos de inversión y de pensión. La necesidad de rendimiento a todo costo se ha agudizado cada vez más, provocando repetidas crisis aunadas a la especulación y fraudes concomitantes lo que ha creado el caldo de cultivo para el lumpen y la atomización de la masa. 

En el espíritu descrito en el párrafo anterior, el desarrollo de sistemas de procesamiento y comunicación de avanzada reforzó el surgimiento de esta especulación financiera salvaje sobre todo tipo de activos en un mundo ahogado en liquidez y bajo la presión demográfica que sirve de pretexto para un capitalismo de corte excluyente y especulativo.

Por otra parte, el capital dedicado al sector manufacturero, en busca de un mayor rendimiento y como comentamos, bajo la presión de sus accionistas que en su mayoría son fondos de inversión y pensiones para una población anciana, utiliza las facilidades brindadas por la era informática y la facilidad de transporte de material para migrar una parte sustancial de su producción a países donde la mano de obra cuesta menos y así ser más competitivos. De hecho, esto amplifica la tendencia a utilizar mano de obra barata que ya se venía dando de tiempo atrás. Sin embargo, el cambio a partir de los 90 fue enorme. El ejemplo más a la vista es China, pero países como México y la India también vieron aumentar la transferencia de empleos desde Estados Unidos, el primero en manufactura y la segunda en servicios. Los países europeos y Japón siguieron esta tendencia, utilizando sus plantas en México para mejorar su competitividad en Estado Unidos.

Esta “globalización” ha contribuido a una mejora en ciertas regiones del mundo en desarrollo (al menos por un período de tiempo), pero ha causado animadversión en los sectores menos educados de la población de los países ricos. Si bien la automatización es la que desplaza en gran medida a la mano de obra, el lumpen se enfoca en el “otro”, ya sea país extranjero, el migrante o el de otra raza

La pauperización y lumpenización de amplios sectores de la sociedad americana, sobre todo en zonas donde hasta el nombre es ilustrativo, Rust Belt, así como el racismo listo para manifestarse en amplias zonas sobre todo rurales y del sur, generan una masa falta de cualquier lazo de relación humana con “los otros”. En la prensa se habla de los “obreros blancos” frustrados. Aquí se arguye que la masa no consiste de ellos en forma principal ni como grupo. En efecto, muchos son ex-obreros cuyas habilidades ya no son útiles y cuyo futuro no existe, pero también existe una masa sin educación debido a la desigualdad existente en Estados Unidos. Sin embargo, en esta alianza entre capital parasitario y lumpen, hay compañeros de viaje. Además del medio rural que se siente excluido del futuro, el más prominente es la derecha religiosa fanática que se traslapa con este medio en gran medida y que se escandaliza porque hay más tolerancia con los homosexuales, pero no se inmuta ante la deportación, el desprecio y hasta la muerte de inmigrantes de otro color o religión. En el segmento de blancos religiosos evangélicos Trump ganó el 81% de los votos y en las áreas rurales con el 62%

Puede parecer extraño que los votantes republicanos hayan apoyado y apoyen en forma casi unánime a Trump. Esto deja de lado la creciente radicalización del Partido Republicano y su degeneración en grupos fanáticos extra conservadores en lo religioso, pero simpatizantes del capitalismo salvaje cum populismo. Cuando el capital parasitario y especulativo (y pocos representantes tan típicos como Trump) se alía con estos grupos con los que comparte su odio a las instituciones democráticas y a todo lo que huela a “elite”, se genera lo que llamo el retroimperialismo, o sea, el proteccionismo globalifóbico xenofóbico, cuyo propósito irracional es la autarquía, el control y, cuando menos, el establecimiento de un régimen autoritario a capricho del Líder. ¿Por qué retroimperialismo? Porque ahora no se mandan soldados y agentes provenientes del lumpen para ocupar los países “inferiores”, sino se pretende devastar tales países y revertir su magro desarrollo para volver a crear esferas de poder compartidas tal vez con Rusia, China y Alemania. El crear un fetichismo por la manufactura y los servicios sólo en TU PAÍS, busca reforzar su dominio sobre la masa, Esto es un sueño al que se oponen las condiciones tecnológicas, demográficas y económicas.

Allí está el quid de la cuestión. Creo que para el Líder y sus aliados ideológicos, que no puramente económicos, lo importante no son estos factores sino la lucha contra “el otro” y concretar sus fantasías.

Esto puede parecer fantasía, pero siempre hay que recordar que este protofascismo es irracional por definición. Lo que importa es el “Movimiento” hacia la visión del mundo que el Líder tiene en mente. Esta visión es completamente irracional y puede cambiar continuamente, de allí las contradicciones que genera. Hará uso de lo que se presente guiado por la “Voluntad” para continuar el “Movimiento” y desechará lo que usó cuando le sea inútil.

Hay que tener entonces claro que los argumentos de racionalidad económica, social, etc. no norman el comportamiento del Líder y la masa. Si dará preferencia a la idea de dominio racial o “imperial” en el sentido que hemos comentado. La historia tiene muchos ejemplos de esta perversión.

El recurso a la demonización y rebajamiento de mexicanos, migrantes y musulmanes, y las demandas que parecen sin sentido, como que México pague un muro en su frontera, son mecanismos para que esta masa irracional, o sea la mob, se sienta superior al menos con respecto a estos “otros”.

En este sentido creo que el uso del racismo en forma política es muy parecido al mecanismo imperialista del siglo XX, aunque la forma que se perfila de imperialismo difiere notablemente del modelo anterior.

¿Cuál es el futuro de esta nueva ronda de ataque a la tolerancia?  ¿Nos enfrentamos ya a un fascismo naciente? Ciertos elementos ya están presentes: el desprecio y ataque al sistema judicial y a la prensa, el convertir al migrante en objeto de caza, las amenazas contra otros países en forma de ultimátum, el ataque a la tolerancia, la infalibilidad del Líder, etcétera.

Para empezar, es lamentable, por decir poco, la falta de percepción mostrada por una gran parte de la izquierda que, como ya en otras ocasiones, adoptó una posición dogmática y de total rechazo respecto a la globalización. Es claro que la globalización per se no es una panacea que resuelve todos los problemas. De hecho, los crea (presentes en los países ricos y futuros en los pobres).  Lo que hay que hacer es mitigar sus aspectos negativos, no destruirla de cuajo.  Si bien la globalización tiene varias y graves consecuencias para partes considerables de la población, dado el avance tecnológico y financiero, es difícil de revertir sin causar consecuencias peores. Sin embargo, la globalifobia se ha centrado en las consecuencias para los países ricos y toma poco en cuenta los beneficios que ha traído para los países en desarrollo.  La frase: “¡Si nada de esto hubiera pasado no tendríamos este problema en México y otros países!”, es un espejo de la mentalidad que actualmente domina en Estados Unidos.  El punto es que esto pasaba y no hubo propuestas factibles para contrarrestar las partes negativas de este fenómeno. Todo fue blanco o negro. ¡Ahora la izquierda populista se encuentra con que la derecha les roba sus banderas!

¿Cambiará esta situación, sobre todo en Europa donde la memoria histórica necesita a una izquierda moderna? El racismo y la exclusión ya alzaron su cabeza en forma visible y se presentan en hechos como cuando hasta la primera ministra británica, a la que se suponía una Tory clásica habla de cosmopolitismo, una clásica señal de peligro, xenofóbica y antidemocrática.

En Estados Unidos las esperanzas para frenar el movimiento trumpista, restan tanto en la institucionalidad del sistema como en la mayoría de personas racionales que no votaron por Trump (ya marcada por éste y sus aliados como elitista y poco patriota). Por otro lado, y por puras razones económicas, parte del capital multinacional manufacturero y aún del capital parasitario podría ponerle un alto. Sin embargo, véase el apoyo de Goldman Sachs y Wall Street en general a Trump y su programa, un patrón que no debe extrañar dada la experiencia histórica.

Creo que hay una probabilidad que la tríada racismo, retroimperialismo y protofascismo, con su concomitante desprecio al sistema, sea frenada por estos agentes, aunque su huella va a ser difícil de borrar. En efecto, ciertos hechos alarmantes, tales como la aceptación por una parte mayoritaria de la población del espionaje sistemático y casi total por la NSA a los propios ciudadanos americanos y el aumento brutal en el número de presos (2 millones), con varios millones más fichados y con un desproporcionado número de negros e hispanos, no presagian una democracia plena aún en ausencia del movimiento trumpista. En adición a lo anterior, las condiciones generadas por sus políticas no desaparecerán en un futuro previsible. En teoría, las instituciones de Estados Unidos son más sólidas que en la mayoría de los países, pero pueden ser utilizadas y transformadas. Hay que recordar cómo el sistema electoral fue utilizado para la victoria de Trump aun cuando el voto directo favoreció a Clinton, pero por un pequeño margen. Esto indica que Trump tiene mucho margen de maniobra y que puede transformar el panorama legal (y más en una sociedad legaloide y formal como la americana) con apoyo muy sustancial.  Las instituciones se han degradado de tal manera que si los “Founding Fathers” o Lincoln volvieran, serían linchados en muchas zonas del hinterland.

No sería de extrañar que un régimen racista, autárquico agresivo y con mentalidad de sitio, como el de la sociedad rusa, y donde la democracia americana existiera sólo de manera formal, fuera el resultado de la presente situación. Esto y la evolución del populismo de derecha, racista, excluyente y proteccionista y francamente fascista en algunos países en Europa como Hungría, serán las grandes incógnitas en los años futuros.