El 11 de junio de 1864, es decir hace 150, nació Richard Georg
Strauss en Múnich. Compositor y director de orquesta cuya larga trayectoria
abarca desde el Romanticismo tardío hasta la mitad del siglo XX, es conocido
particularmente por sus óperas, poemas sinfónicos y lieder. Strauss, junto con
Gustav Mahler, representa el extraordinario florecimiento tardío del
Romanticismo germánico después de Richard Wagner, en el cual un desarrollo
elaborado y complejo de la orquestación se une a un estilo armónico avanzado.
La música de Strauss influyó profundamente en el desarrollo de la música del
siglo XX.
El éxito de
su poema sinfónico Don Juan (1888)
consagró a Strauss como uno de los compositores más importantes del momento,
con gran prestigio a nivel internacional que habría de acompañarle hasta su
muerte. En 1894 se casó con la soprano Pauline de Ahna quien, al parecer, tuvo
un carácter irascible y excéntrico, pero su matrimonio fue esencialmente feliz
y tranquilo. Muchos de sus lieder, incluyendo los Vier letzte Lieder (1948), fueron compuestos para su mujer.
Los poemas
sinfónicos compuestos por Strauss fueron su gran aportación a la música de
concierto, todos ellos son parte central del repertorio sinfónico en todo el
mundo. Además del ya mencionado Don Juan,
sus obras en este género son Tod und
Verklärung (1889), Till Eulenspiegels
lustige Streiche (1895), quizá el poema sinfónico más representativo de
Strauss, y una obra excelente para conocer su estilo, a medio camino entre el
humor y el lirismo. Also sprach
Zarathustra (1896), Don Quixote (1897),
Ein Heldenleben (1898) Sinfonia domestica (1902–03) y Eine Alpensinfonie (1911–15).
MI poema sinfónico favorito es, sin duda, Till Eulenspiegels lustige Streiche (Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel). Helo aquí dirigido por Lorin Maazel
Hay que
señalar también la enorme influencia de la música de Strauss, especialmente la
de sus poemas sinfónicos, en las futuras bandas sonoras cinematográficas. Also sprach Zarathustra es sin duda la obra más conocida de Strauss, al menos por impactante y retórico comienzo que fue utilizado en la película 2001: A Space Oddysey (1968) de Stanley Kubrick MI poema sinfónico favorito es, sin duda, Till Eulenspiegels lustige Streiche (Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel). Helo aquí dirigido por Lorin Maazel
Una vez
entrado el siglo XX su interés principal fue la ópera. El estreno de Salome (1905) constituyó un escándalo y situó a Strauss en el centro de la vanguardia musical del momento,
lo que se acentuó con su siguiente ópera, Elektra
(1909), en la que inició su colaboración con Hugo von Hofmannsthal como
libretista. Strauss se relacionó con los futuros integrantes de la Segunda
Escuela Vienesa, especialmente con Arnold Schönberg, a quien ayudó y apoyó
profesionalmente en sus primeros años, y quien sentiría gratitud y admiración
por su protector durante toda su vida. No obstante, Strauss se distanció de la nueva
vanguardia musical rechazando el atonalismo. Su siguiente ópera, Der Rosenkavalier (1911) muestra una
vuelta hacia un estilo más clásico, que se acentuará después de la Primera
Guerra Mundial. Strauss continuó regularmente la composición de óperas,
produciendo Ariadne auf Naxos (1912 y
revisión en 1916), Die Frau ohne Schatten
(1918), Intermezzo (1923), Die ägyptische Helena (1927) y Arabella (1932), todas con libretos de
Hofmannsthal; Die schweigsame Frau (1934),
con libreto de Stefan Zweig; Friedenstag (1936)
y Daphne (1937), con textos de Joseph
Gregor y Zweig; Die Liebe der Danae
(1940), con Gregor; y su última obra, la ópera sobre las óperas, Capriccio (1941), con libreto de Clemens
Krauss.
Strauss, como
hombre de buen gusto, mostró gran preferencia por las voces femeninas, especialmente la de soprano, y todas
sus óperas contienen al menos un papel importante para soprano.
Un ejemplo de la formidable escritura para voces femeninas es Der Rosenkavalier. A continuación la entrega de la rosa con Anne Sofie von Otter (Ottavian) y Barbara Bonney (Sophie).
Y el trío final, al que se une Felicity Lott (Die Feldmarschallin). Dirige Carlos Kleiber.
Un ejemplo de la formidable escritura para voces femeninas es Der Rosenkavalier. A continuación la entrega de la rosa con Anne Sofie von Otter (Ottavian) y Barbara Bonney (Sophie).
Y el trío final, al que se une Felicity Lott (Die Feldmarschallin). Dirige Carlos Kleiber.
En marzo de 1933
llegó al poder Adolf Hitler cuando Strauss tenía 68 años. La relación de
Strauss con el gobierno nazi ha sido objeto de innumerables comentarios,
discusiones y estudios. Strauss fue nombrado en 1933 presidente de la Cámara de
Música del III Reich, responsable entre otros asuntos de la prohibición de la
música de compositores judíos. Strauss intentó evitar la prohibición de la
música de Mahler o de Debussy. Strauss había empezado a trabajar con Stefan
Zweig en el libreto de Die schweigsame
Frau, por lo cual empezó a ser objeto de presiones por el Partido nazi y
por Goebbels en particular. En 1935, escribe una carta a Zweig en la que le
dice: “¿Cree usted que yo me conduzco en todos mis actos pensando que soy
“alemán”? ¿Cree usted que Mozart era consciente de ser “ario” cuando componía?
Sólo conozco dos tipos de personas: las que tienen talento y las que no lo
tienen.
La carta fue
interceptada por la Gestapo y remitida a Hitler, provocando la dimisión de
Strauss como presidente de la Cámara de Música del III Reich. A partir de
entonces, Strauss mantuvo una tensa relación con el Partido, y fue sometido a
una vigilancia más estrecha aún. No obstante, su Himno Olímpico es interpretado
en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, bajo la dirección del propio compositor.
Por otra parte, en 1938, cuando Alemania se está preparando para la guerra,
compone la ópera en un acto Friedenstag
(El Día de la Paz), que contiene una crítica velada hacia el III Reich, a pesar
de que Hitler asistió al estreno. Durante el III Reich, la conducta
contradictoria de Strauss, que se consideraba apolítico, parece estar en gran
parte motivada por el hecho de que su nuera Alice era de origen judío, por lo
que el compositor intentó utilizar su influencia para proteger a ésta y a sus
nietos. En 1942 la abuela de Alice fue internada en Theresienstadt, y Strauss
viajó un día hasta el campo, diciendo en la puerta: “Mi nombre es Richard
Strauss”, con la intención de llevarse a la prisionera, consiguiendo sólo que
los guardias de la puerta le echaran. En 1942 la familia se traslada a Viena,
buscando la protección de un dirigente nazi local. No obstante, en 1944, la
nuera y uno de los nietos del compositor fueron detenidos por la Gestapo
durante dos noches, siendo liberados finalmente tras la intervención del
compositor. Strauss terminó en 1945 la composición de Metamorfosis, una obra
para 23 solistas de cuerda. La partitura termina con una cita de la Marcha
Fúnebre de la 3ª Sinfonía de Beethoven, acompañada por las palabras “In
memoriam”. Hacia el final de la guerra, Strauss escribió en su diario íntimo: “El
período más terrible de la historia humana se ha terminado, el reinado de doce
años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura por parte de los
mayores criminales, durante el cual los dos mil años de la evolución cultural
de Alemania llegaron a su fin.
En abril de
1945, Strauss fue detenido por soldados estadounidenses en su casa de Garmisch.
Mientras descendía la escalera, anunció al teniente Milton Weiss del Ejército
de EE.UU: "Soy Richard Strauss, el compositor de Der Rosenkavalier y Salome."
El teniente Weiss, que era también músico, asintió con la cabeza en señal
reconocimiento; en el césped del jardín fue colocada una marca para proteger al
compositor.
Mi ópera favorita de Strauss es, sin duda, Ariadne auf Naxos. La he visto varias veces en su versión revisada, es decir Prólogo y un acto. Sin embargo, hace dos años asistí a una función de la versión original en Salzburgo.
Aunque la televisión austriaca grabó varias funciones, no se ha publicado un DVD de la obra. El rumor es que Jonas Kaufmann, Baco, no ha dado su consentimiento.
Encontré un fragmento de una de las canciones incorporadas en Le Bourgeois gentilhomme, lo que es una rareza
y un breve tráiler para la televisión austriaca.
Y siempre será un placer Zerbinetta con Edita Gruberová.
Tuve la suerte de asistir a una función de la producción de Salzburgo, de la que escribí una reseña que incluyo aquí como colofón.
Mi ópera favorita de Strauss es, sin duda, Ariadne auf Naxos. La he visto varias veces en su versión revisada, es decir Prólogo y un acto. Sin embargo, hace dos años asistí a una función de la versión original en Salzburgo.
Aunque la televisión austriaca grabó varias funciones, no se ha publicado un DVD de la obra. El rumor es que Jonas Kaufmann, Baco, no ha dado su consentimiento.
Encontré un fragmento de una de las canciones incorporadas en Le Bourgeois gentilhomme, lo que es una rareza
y un breve tráiler para la televisión austriaca.
Y siempre será un placer Zerbinetta con Edita Gruberová.
Tuve la suerte de asistir a una función de la producción de Salzburgo, de la que escribí una reseña que incluyo aquí como colofón.
Ariadne
auf Naxos en Salzburgo. Julio 31 de 2012.
El
Festival de Salzburgo decidió presentar la primera versión de esta ópera,
estrenada como tal el 25 de octubre de 1912 en Stuttgart.
Para
entender de qué se trata esta versión hay que analizar un poco su historia.
Hofmannsthal
quiso expresar su gratitud a Max Reinhardt por su colaboración para el éxito de
la premier de Der Rosenkavalier y
desarrolló una idea que pareció atractiva dado el talento teatral de Reinhardt.
Su plan de reunir a la bailarina Grete Wiesenthal, la distinguida compañía de
Reinhardt, el talento musical de Richard Strauss y un libreto suyo, cristalizó
en un proyecto con eje en Le Bourgeois
gentilhomme, que Molière había escrito para que Lully compusiese una ópera-ballet.
El burgués gentilhombre es una obra que es “teatro dentro del
teatro” y combina ballet, canto y diálogos hablados. Hofmannsthal hizo una
nueva traducción alemana, con algunas modificaciones al original y agregó Ariadne auf Naxos a la pieza. La obra,
originalmente planeada para la troupe de Reinhardt como “divertissement con una pequeña orquesta”, se convirtió en un
proyecto muy costoso para una compañía como la de Reinhardt. Strauss propuso
presentar la obra en Stuttgart, donde contaba con personal apropiado para la ópera
y, después de discusiones con Hofmannsthal quien quería presentarla en Dresde,
la compañía de Reinhardt aceptó desplazarse a Stuttgart.
El
estreno, el 25 de octubre de 1912, fue un fiasco. Las tres horas de función, hora
y media para el teatro y otro tanto para la ópera se alargaron mucho pues el
rey Karl de Württemberg gustaba cenar y discutir los méritos de las obras en el
intermedio. A esto hay que agregar que una parte de la concurrencia era
aficionada al teatro y no a la ópera y la otra parte era más bien fanática de
la ópera y no aficionada al teatro hablado.
Strauss
y Hofmannsthal decidieron quedarse con la joya que es la ópera, por lo cual
decidieron sustituir la obra de teatro con un Prólogo, hacer algunas
modificaciones al texto y a la música, en este caso, algunas muy importantes ya
que se redujo la duración del acto y se modificaron algunas partes en forma
notable (por ejemplo, Zerbinetta “sólo” llega al fa natural y no al fa
sostenido de la original). Lo más notable en el Prólogo es el himno a la música
cantado por el compositor (un actor en El
burgués gentilhombre y una mezzo en la versión final). La nueva versión se
estrenó en Viena el 4 octubre de 1916 y desde entonces ha sido muy
exitosa.
En
esta ocasión el director de escena Sven–Eric Bechtolf hizo una nueva adaptación
de la obra de Molière incluyendo como personajes a Hofmannsthal y a la joven e
inconsolable viuda Ottonie von Degenfeld–Schonburg, con quien el poeta tuvo una
relación principalmente epistolar y muy probablemente platónica hasta su
muerte.
Strauss
compuso música de alta calidad para El
burgués gentilhombre, incluyendo la obertura que en ocasiones se escucha en
conciertos sinfónicos, música para varios números de ballet, un aria y un
dueto.
Poco
puedo decir de la obra de teatro, salvo que la disfruté pese a mi alemán
rudimentario (para algo tiene que servir el supertitulaje en inglés y el haber
leído la obra de Molière previamente). Los números de ballet fueron cortos y
atractivos y el dueto fue una rara joya muy pocas veces interpretada.
La
ópera, prototipo de “teatro dentro del teatro”, es probablemente mi ópera de
Strauss favorita. Emily Magee fue una Ariadne tan inconsolable como Ottonie,
pues la viuda sufre el abandono más absoluto que pueda existir, que cantó con
seguridad este papel, muy similar en su estructura al de las otras heroínas de
Strauss. Su “Es gibt ein Reich” me hizo sentir un estremecimiento en todo mi
cuerpo.
Jonas
Kaufmann fue un espléndido Bacchus, recibiendo un el aplauso mas largo al
final. En mi opinión el papel de Bacchus es para los tenores lo que el de
Gremin es para los bajos: sale a escena ya que todos están cansados, su música
es muy bella, se queda con la chica y probablemente su caché es el más alto.
Las
tres ninfas, Eva Liebau como Najade, Marie–Claude Chappuis como Dryade y
Eleonora Buratto como Echo formaron un bellísimo conjunto en el que las tres
cantaron sus partes individuales en forma magnífica, sólo superada por la
fusión de sus voces en los ensambles,
Del
lado de la commedia dell’arte, los
cuatro comediantes estuvieron estupendos, sobresaliendo el Harlequin de Gabriel
Bermúdez, sin que Michael Laurenz como Scaramuccio, Tobias Kehrer como
Truffaldin y Martin Mitterrutzner como Brighella desmerecieran en modo alguno.
Zerbinetta
es normalmente quien se roba la noche y esta ocasión no fue la excepción. Elena
Mosuc nos dio una soberbia interpretación de su dificilísima aria (aún más en
esta versión por su extensión y por su rango) “Grossmächtige Prinzessin”.
Daniel
Harding dirigió con aplomo a la Filarmónica de Viena.
En mi opinión fue muy inteligente la colocación del escenario dentro de la casa de Monsieur Jourdain, dispuesto entre el auditorio y una tribuna en la que se ubicaron el burgués y sus invitados.
En mi opinión fue muy inteligente la colocación del escenario dentro de la casa de Monsieur Jourdain, dispuesto entre el auditorio y una tribuna en la que se ubicaron el burgués y sus invitados.
La
escenografía de Rolf Glittenberg, el vestuario de Marianne Glittenberg, la
coreografía de Herinz Spoerli y la iluminación de Jürgen Hoffman, el trabajo de
Bechtolf y el de todos los músicos que participaron hicieron que 3 horas y 25
minutos pasaran como una exhalación. Si alguien no entendió, quise decir que
esta Ariadne auf Naxos me gustó
muchísimo y que estoy a la espera de volver oírla y verla, “aunque sea” en DVD o en vivo en su versión con Prólogo.
© Luis Gutiérrez Ruvalcaba
© Luis Gutiérrez Ruvalcaba
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