Don
Pasquale en el MET. Marzo 15,
2016
Esta producción de Don Pasquale, estrenada hace diez años,
fue la última que Otto Schenk hizo para para el MET.
El interior de la casa de Don
Pasquale, una mansión en franca decadencia que
refleja la decrepitud y tacañería de su dueño, ocupará el escenario durante el primer cuadro
del primer acto, todo el segundo y la primera mitad del tercero. La
escenografía del segundo cuadro del primer acto es muy parecida la azotea de la
segunda historia de Ieri, oggi, domani
en la que el pobre seminarista es seducido por los encantos de Sophia Loren. La
escenografía del segundo cuadro del tercer acto es un jardín típico de una casa
señorial típicamente mediterránea. Los diseñadores Rolf Langenfass y Duane
Schuler formaron con Schenk un poderoso equipo de producción que trabajó junto durante
mucho tiempo logrando grandes producciones, consideradas muy conservadoras por muchos,
pero que en esta ocasión fue totalmente adecuada al carácter de la ópera, y un
homenaje a la relación entre el MET y Otto Schenk.
Esta puesta en escena tiene como
eje principal el personaje de Norina. Eleonora Buratto lo hizo estupendamente
con una voz que mantiene siempre entonada, con un muy buen volumen y haciendo
gala de gran musicalidad. A lo largo “Quel guardo il cavaliere – So anch’io la
virtù magica” y el dueto con Malatesta no pude evitar el pensar que Donizetti
diseñó el papel de Norina para Giulia Grisi, quien había dado vida a Adalgisa
en Norma. El pensar en oír a Ebe
Stignani o Dolora Zajick como Norina me hizo cuestionar todo lo que se dice
acerca de las tradiciones de la ópera.
Levente Molnár y Eleonora Buratto
Levente Molnár fue un excelente
Malatesta, sin quedar a la zaga de nadie en el reparto en cuanto a expresión,
coloratura y belleza de voz se refiere.
Ambrogio Maestri es un Don
Pasquale enorme (pun intended), que se adueñó vocal y actoralmente del
personaje. La diferencia en altura y volumen corporal con Norina y Ernesto logró hacer
una muy buena caricatura de las relaciones entre el viejo y los jóvenes.
Ambrogio Maestri y Javier Camarena
La bofetada que Norina da a Don Pasquale es el momento de inflexión dramática de la ópera en el que sabemos que la comedia no es tan alegre como parece, en efecto resalta la crueldad de la burla de los jóvenes al anciano impotente pero aún confiado de sí mismo. Por desgracia, esta bofetada pasó desapercibida, lo que llegó a restar importancia a la modulación que Donizetti escribió en este momento, probablemente uno de los más bellos por su oscuridad que resalta con la claridad del resto.
Molnár y Maestri lograron un “Cheti
cheti immatinente” rematado magistralmente por la stretta del dueto, misma que
repitieron continuando la tradición que se remonta, dicen, a Lablache y
Tamburini, los creadores de los personajes.
Dejo al final la actuación de
Javier Camarena como Ernesto. Lo que logró hacer con su aria tripartita del
segundo acto fue impresionante. De entrada le abrió paso el bellísimamente
interpretado solo de la primera trompeta que nos hace pensar inevitablemente en
Nino Rota, cioè Vito Corleone. A continuación su declamación de “Povero
Ernesto” fue cautivador por su tristeza; le siguió el cantabile “Cercherò
lontana terra” que en mi opinión fue el mejor momento musical de la función y
terminó brillantemente la cabaletta “E se fia che ad altro oggetto”, coronada
por un poderoso y largo Re bemol. Por segunda noche consecutiva y por segunda
temporada consecutiva, el público del MET exigió el bis, mismo que Camarena
ofreció al cantar la segunda parte de la cabaletta, esta vez, ornamentándola
con mucho gusto y musicalidad. Me atrevo a decir que Camarena emuló no sólo lo
que creemos hizo Mario, o pudo hacer Rubini. Estoy convencido que, en mi
humilde opinión, en este momento Camarena es la fuerza dominante entre los
tenores belcantistas.
Maurizio Benini hizo una excursión agógica durante la obertura durante lo cual sus tempi fueron muy extraños, alargando los movimientos lentos hasta hacerlos paquidérmicamente lentos y apresurando los rápidos hasta hacerlos ininteligibles. Por cierto los violonchelistas y cornos de la Orquesta del MET brillaron especialmente durante la obertura. El coro ejecutó excelentemente su único número, mismo que en mi opinión puede obviarse por no tener aporte dramático a la ópera.
No puedo terminar este reporte sin mencionar lo que pienso de los bises.
El bis más famoso de la historia de la ópera es el bis de Il matrimonio segreto de Domenico Cimarosa, me refiero al bis de
toda la ópera el día del estreno, pues así plació al emperador Leopold II. En
la mayor parte del mundo operístico los bises habían estado en desuso por mucho
tiempo. Los bises que he atestiguado de Javier Camarena han sido respuesta a
interpretaciones sensacionales que ceo seguirá teniendo muchos años. Hoy me
hubiera emocionado más un bis del cantabile, pero a la mayoría del público le
gusta más una nota aguda bien clavada que cualquier otro aspecto musical.
Espero que el bisar no interrumpa la interpretación de un drama musical, y espero aún con más ahínco que el público no piense en que los cantantes batan records; éstos, los records, no son elemento sustantivo de la ópera ni de la calidad de ningún cantante.
@ Luis Gutiérrez Ruvalcaba
Me gusta leer tus comentarios, entre otras cosas por la envidia (toda envidia es masoquista) de saber cuántas cosas buenas ves y cuántas me pierdo. Me alegro mucho por los triunfos de Javier Camarena. Un fuerte abrazo.
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