Academy of St Martin in–the–Fields en Salzburgo. 23 de Agosto de 2014.
El programa diseñado por el pianista Murray Perahia, en su
carácter de director huésped de la Academia, fue muy atractivo.
El aperitivo fue la 7ª sinfonía para cuerdas en Re menor (1822)
de Felix Mendelssohn Bartholdy, fue compuesta con otras 11 obras similares
cuando el compositor tenía entre 12 y 14 años; por supuesto no se acercan a la
perfección de sus 5 sinfonías para gran orquesta. Como dice Stephen Johnson en
el programa de mano “es rica en contraste al mezclar el Romanticismo temprano y
la turbulencia Sturm und Drang de los
movimientos exteriores [1º y 4º] con el lirismo seductivo del segundo
movimiento, titulado acertadamente Andante amorevole (amoroso) y el humor
juguetón del Menuet–Trio central.” Luigi Cherubini vio las partituras de las
sinfonías en 1825 y previno al joven compositor de tener “muchas ideas”; algo
similar a lo que Carl Ditters von Dittesrdorf dijo en una ocasión de las obras
de quien fuera otro niño prodigio “…no conozco a otro compositor que tenga tal
riqueza de ideas. Desearía que fuera menos pródigo con ellas…” Yo desearía que
los jóvenes y los genios inundasen a la humanidad con muchas grandes ideas,
musicales o de las otras.
El siguiente número fue la 77ª sinfonía en Si bemol mayor
del padre del género, Joseph Haydn. Esta sinfonía forma parte de un ciclo de
tres (76 a 78), pensadas para ejecutarse en Londres en el invierno de 1782–83.
El viaje no se realizó pero Haydn, que era tan buen hombre de negocios como
compositor, vendió las partituras a Boyer en París, Forster en Londres y
Torricella en Viena. Aunque compuesta en el molde clásico, lo que más me llamó
la atención fue el segundo movimiento, cuyos primeros compases apuntan sin duda
alguna al aria original de Don Ottavio en Don
Giovanni “Il mio tesoro”; dada la fecha de publicación, es muy probable que
Mozart haya dado una rápida mirada a la partitura, fijando el tema en su
prodigiosa memoria.
La segunda parte del breve, pero sustancioso concierto,
fue la interpretación del 5º concierto para piano y orquesta en Mi bemol mayor
de Ludwig van Beethoven. Perahia nos regaló una bellísima interpretación al
piano, dirigiendo fantásticamente a la Academia. He visto pianistas dirigiendo
conciertos de Haydn y Mozart, pero es la primera vez que lo veo en el caso de
este concierto.
Después de cinco óperas, era necesario un remanso de
música abstracta.
Mozart–Matinée.
24 de agosto de 2014.
Una de las series de conciertos más tradicionales del
Festival de Salzburgo son las matinées en las que se presentan artistas de alta
calidad en la acogedora sala principal del Mozarteum. En la última de este
Festival participaron Rolando Villazón y la Orquesta del Mozarteum bajo la
dirección de Ivor Bolton, por cierto director principal de la orquesta.
El concierto estuvo enmarcado por dos obras en Sol menor,
la 39ª sinfonía de Joseph Haydn y la 25ª de Mozart, la pequeña Sol menor,
aunque su intensidad y pasión son todo menos pequeña [Puede ser que alguien no
lo sepa pero para mí la Gran Sol menor no es otra que la 40ª]
Hubo un tercer número instrumental, que no abstracto, que
fue la obertura de Gluck a Iphigénie en
Aulide, probablemente la obertura que más cerca al ideal reformista del
compositor bohemio.
Rolando Villazón tuvo a su cargo tres arias, “Unis de la
plus tendre enfance” que canta Pylades en Iphigénie
en Tauride, lo que hizo con el ardor y ternura que exigen la partitura y el
texto, y dos de las llamadas arias de concierto: el rondò para tenor y orquesta
“Per pietà, non ricercate” KV 420, que Mozart compuso en 1783 para Valentin
Adamberger. El aria pareció hecha para su voz, por lo que es probable que en un
futuro cercano cante Belmonte de Die
Entführung aus dem Serail, originalmente interpretado por Adamberger.
También cantó el recitativo y aria para tenor y orquesta “Or che il Dover” – “Tali
e contanti sono” KV 36, compuestos en 1766 para la coronación de Siegmund von
Schrattenbach como arzobispo de Salzburgo [Colloredo lo sucedió a su muerte]
Como propina interpretó su versión hilarante e idiosincrática del aria “Con
ossequio, con rispetto” KV 210, compuesta en 1775. Debo decir que Villazón se
encuentra en su elemento en el período clásico, Florestan excluido, y que su
ángel y comunicación con el público aunado a la calidad de su interpretación,
lo hacen uno de los favoritos. De hecho sólo oigo a mexicanos cuando lo
critican.
Empezar un domingo en Salzburgo asistiendo a uno de estas
matinées es premonición de un domingo encantador.
Gala
de ópera y recital de canciones. 24 de agosto de 2014.
Elīna Garanča tuvo que cancelar el recital que tenía
programado por haberse sentido indispuesta y para recuperarse y presentar su
segunda función de La Favorite dos
días después. Esto pudo convertirse en una catástrofe para el Festival pues la
noche de canciones de Rajmáninov y Brahms estaba totalmente vendida. Pero los dioses fueron favorables al
público y a los funcionarios del Festival, gracias a la generosidad de un
importante grupo de cantantes que accedieron a participar en una gala
organizada con muy poco tiempo de ensayos y, por supuesto, con muchísimos
cambios al programa potencial. Pero llegó la hora, los amigos de Elīna
y del Festival nos dieron dos horas de alta calidad interpretativa, que dejó
satisfechos a casi todos por la ausencia de la mezzosoprano letona –el casi se
debió a su servidor, aunque también gocé enormemente la gala. Los cantantes que
participaron fueron Krassimira Stoyanova y Günther Groissböck, acompañados por
Ann Beckman al piano, Michael Schade, Manuel Walser, Marie–Claude Chappuis y
Diana Haller acompañados por Malcolm Martineau –quien acompañaría a Elīna en el recital –, y Javier Camarena, Nicola Alaimo y Francesco
Melli acompañados por Sarah Tysman. Tanta estrella puede deslumbrar a
cualquiera. Tuve tres epifanías: la interpretación del pianista Malcolm
Martineau, la gracia con la que Marie Claude–Chappuis interpretó las canciones
de Erik Satie – La statue de bronze y Je te veux –, y “Rondine al nido” de
Vincenzo de Crescenzo, interpretada mágicamente por Javier Camarena.
Como presentí después de la matinée, este fue un domingo
encantador.
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