Dialogues des carmélites
Poulenc en Covent Garden en 1958
De las tres óperas compuestas por Francis
Poulenc (1899-1963), Dialogues des carmélites
es la segunda, y a su vez la más extensa, importante y profunda, que contribuyó
a su reputación como compositor especialmente dotado para la música vocal. A
propósito, las otras dos óperas de Poulenc son Les mamelles de Tirésias (1947) y La voix humaine (1959)
El libreto lo escribió el propio compositor basado
en el guion cinematográfico de Georges Bernanos (1888-1948), cuya fuente la
novela de Gertrud von Le Fort, La Dernière
à l'échafaud (La última en el patíbulo), inspirada en la historia verídica
de las carmelitas de Compiègne guillotinadas en París el 17 de julio de 1794. El
guion se publicó póstumamente en 1949 y fue adaptado para el teatro por Jacques
Hébertot en 1952; fue hasta 1960 que el guion de Bernanos se usó en la película
Le Dialogue des carmélites, realizada
por Philippe Agostini y Raymond Léopold Bruckberger.
Poulenc compuso la ópera durante 1953, pero ésta
se estrenó hasta el 26 de enero de 1957 en el Teatro alla Scala de Milán.
La ópera explora temas como la enfermedad, la
intolerancia, el martirio, la muerte y, fundamentalmente, el miedo que es una
presencia casi sofocante en toda la obra.
El miedo se presenta como el rasgo más
característico de Blanche de la Force, cuyo origen queda asociado con las
trágicas circunstancias de su nacimiento; su madre muere al darla a luz en
medio de la violencia de una muchedumbre enardecida. El miedo la lleva a
ingresar en la orden religiosa del Carmelo, con la esperanza de encontrar allí
paz y seguridad.
Sin embargo, más allá de los aspectos
psicológicos, el miedo de Blanche es una expresión del terror imperante ante
una situación política sumida en la irracionalidad, tal como se refleja en las
palabras de Sor Matilde del segundo acto: “Todo el mundo tiene miedo. Se
contagian el miedo unos a otros, como la peste o el cólera en tiempo de
epidemia.”
Pero el miedo es también miedo a la muerte, tal
como aparece descarnadamente en la escena de la agonía de Madame de Croissy, la
vieja madre superiora, y en la escena final, particularmente en Sor Constanza.
El mismo miedo a la muerte que Bernanos sentía en momentos de escribir esta
obra, pues sufría del cáncer de hígado que sería la causa de su muerte, que
adquiere de esta manera una dimensión metafísica.
Si bien se trata de una ópera compuesta en el
siglo veinte, el lenguaje musical es más bien tradicional, lejos de las
tendencias de vanguardia de su época. El mismo Poulenc acotó al respecto: “Mis
monjas sólo pueden cantar música tonal. Ustedes deben perdonarlas”. Por eso el
lenguaje es claramente tonal o modal, con modulaciones refinadas y recursos
disonantes reservados a los momentos de mayor intensidad dramática, como el de
la muerte de la superiora o para acentuar la rudeza del personaje de María de
la Encarnación.
Los diálogos son en su mayoría recitativos, con
una línea melódica que sigue muy de cerca el texto buscando su máxima
comprensibilidad. La orquesta permite en todo momento a los cantantes desplegar
claramente el texto, y en este aspecto se acerca al estilo de Pelléas et Mélisande de Claude Debussy.
La enunciación de los motivos-guía está a cargo
de la orquesta, siguiendo el modelo de la ópera de Debussy. Entre ellos puede
citarse el motivo asociado con el viejo mundo aristocrático que termina
sucumbiendo con la revolución. Este motivo se escucha por primera vez al
comienzo de la ópera, y luego en distintos momentos asociados con el Marqués y
su casa, con el hermano de Blanche, incluso en la escena de la muerte de la superiora,
y al final de la ópera.
Los profundos sentimientos religiosos del autor
resultan particularmente evidentes en el magnífico canto a capella del “Ave
Maria” en el Acto II, Escena II, y en el “Ave verum corpus” del Acto II, Escena
IV. En estos cantos se siente el eco de la música sacra barroca.
Una de las escenas clave de la ópera es la de
la muerte de la superiora, quien entra en trance de agonía y contrariamente a
lo que se espera de ella, da muestras de un gran terror. Su tránsito carece de
grandeza. Por eso Bernanos pone en boca de la hermana Constance lo que dará
sentido finalmente a la pieza entera: "Se diría que en el momento de darle
la muerte el buen Dios se equivocó de muerte, como en el vestuario pueden
darnos un abrigo por otro. Sí, debió haber sido la muerte de otra, una muerte
no a la medida de nuestra madre superiora, una muerte demasiado pequeña para
ella; ni siquiera podía ponerse las mangas...". Ante la pregunta de
Blanche sobre el significado de estas palabras, la muchacha se explica:
"Quiero decir que esa otra persona, cuando le llegue la muerte, se sorprenderá
de penetrar tan fácilmente en ella, y de sentirse tan confortable dentro de los
pliegues de su vestido". Justamente ese será el destino de Blanche, quién
se enfrentará al martirio con una total serenidad de espíritu.
En la magnífica escena final, el coro de monjas
entona un “Salve Regina” mientras esperan ser guillotinadas. Una a una va
cayendo en el escenario al ser decapitadas y en la partitura podemos apreciar
cómo van desapareciendo voces a medida que se van oyendo los golpes de la
guillotina en la percusión. Blanche se suma al martirio uniéndose al canto de
la última carmelita, Sor Constance, quedándose la orquesta muda en un
impresionante final.
Sinopsis
La ópera se divide en tres actos y doce
escenas, la historia tiene lugar en el convento carmelita en Compiègne y París entre
1789 y 1794.
Acto I
Blanche de la Force (soprano lírica), joven
aristócrata patológicamente tímida, ante los continuos tumultos de la
Revolución francesa, decide retirarse del mundo e ingresar en un convento. La
anciana madre superiora le advierte que la Orden Carmelita no es un refugio,
sino que las monjas tienen el deber de guardar la regla de la Orden sin buscar
ningún otro camino. En el convento, la alegre sor Constance (soprano ligera) le
dice a Blanche, para su gran consternación, que ha tenido un sueño en el que
ellas dos morían juntas y dentro de poco tiempo. La vieja madre superiora
(contralto) está agonizando y encomienda a Blanche a la madre Marie
(mezzosoprano); La superiora, Madame de Croissy, se siente aterrorizada ante su
próxima muerte y grita en su delirio que, a pesar de los largos años que ha dedicado
a Dios, Él la ha abandonado. Blanche y la madre Marie quedan impresionadas por
la muerte de la anciana.
Acto II
Constance y Blanche hablan de la muerte de la
priora, comentándole Constance que tanto miedo a morir en la anciana le pareció
indigna de ella. El hermano de Blanche, el Caballero de la Force (tenor), llega
para comunicarle que su padre considera que debe dejar el convento, ya que allí
no estará protegida por pertenecer a la nobleza y al clero. Pero Blanche lo
rechaza, alegando que ha encontrado la felicidad en la orden carmelita. Más
tarde, ella admite ante la madre Marie que es el miedo, o el miedo al miedo,
como dice su hermano, lo que le impide marcharse. El capellán (tenor) anuncia
que han prohibido que predique, al no haber jurado la constitución civil del
clero. Las monjas comentan que es el Terror lo que ahora rige al país, y nadie
se atreve a defender a los sacerdotes. La hermana Constance se pregunta si no
quedan hombres que puedan defender el país, a lo que Madame Lidoine (soprano), la
nueva priora, contesta que allí donde faltan sacerdotes, los mártires
sobreabundarán. La madre Marie dice que sólo los mártires salvarán a Francia,
pero la madre priora la corrige: no pueden ser mártires voluntariamente, el
martirio es un regalo de Dios. Entra un oficial (tenor) y anuncia que la
Asamblea Legislativa ha nacionalizado el convento y sus propiedades, y que las
monjas deben abandonar sus hábitos. Cuando la madre Marie consiente, el oficial
la insulta por estar tan impaciente por vestirse como el resto de las personas.
Ella le replica que las monjas seguirán sirviendo, vistan como se vistan. “El
pueblo no necesita criados”, proclama el oficial con altanería. “No, pero tiene
gran necesidad de mártires”, responde la madre Marie. “En tiempos como los
actuales, la muerte no es nada”, dice él. “La vida no es nada”, contesta ella,
“cuando está tan degradada”.
Acto III
En ausencia de la nueva madre superiora, la
madre Marie propone que las monjas elijan el martirio. Sin embargo, todas deben
estar de acuerdo, o la madre Marie no insistirá. Hay un voto secreto que
disiente del martirio, y la hermana Constance dice que es ella quien ha votado
en contra del martirio, y que ahora ha cambiado de opinión. Blanche escapa del
convento. La madre Marie la encuentra en la biblioteca de su padre. Su padre ha
sido guillotinado y han obligado a Blanche a servir a sus antiguos criados.
Detienen a todas las monjas y las condenan a muerte. La madre Marie se
encontraba lejos. El capellán le dice a la madre Marie que no puede contradecir
a Dios y dirigirse voluntariamente al martirio uniéndose a las demás en
prisión. Las monjas suben al cadalso cantando “Salve Regina”, con dignidad y
sin temor. En el último momento, Blanche, que estaba escondida entre la
multitud, aparece, ante la alegría de Constance. Pero ella también sube al
patíbulo mientras canta los últimos versos del “Veni Creator Spiritus”: “Deo
Patri sit gloria, / Et Filio, qui a mortuis / Surrexit, ac Paraclito / In
saeculorum saecula....
The
Viking Opera Guide, edited by Amanda Holden (1973)
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