Falstaff en París.
26 de octubre de 2017.
Bryn Terfel y compañía
La Opéra National de Paris decidió reponer la
producción de Falstaff puesta en
escena originalmente por Dominique Pitoiset en 1999.
Desde 1999 estaba de moda entre los directores
de escena modificar la época y lugar de la acción de las óperas. Pitoiset
desplaza la acción del siglo XIV a la primera década del siglo pasado, pero
afortunadamente mantiene Windsor como localidad en la que se desarrolla la
acción.
La escenografía, diseñada por Alexandre
Beliaev, tiene como elemento ancla una pared de ladrillo ubicada al fondo del
escenario y deslizable trasversalmente al mismo. El empleo de la utilería es
muy importante, pues ello permite caracterizar sin problema los espacios
interiores, tales como la posada y los aposentos de Alice Ford. Un fonógrafo
primitivo, en el que Alice colocará un disco que interpreta los acordes de laúd
al recibir a Sir John, y un automóvil de época en el que Bardolfo y Pistola
abandonan la escena al final del segundo acto, son elementos que permiten fijar
la acción en los 1900’s. El parque de Windsor, y especialmente el gran roble,
se caracterizan nítidamente mediante la iluminación, diseñada por Philippe
Albaric. Por cierto, éste último tiene un toque de virtuosismo artístico al
desplazar continua y suavemente en coordinación perfecta con la música, un haz
de luz, iluminando a Ford cuando canta “È sogno? o realtà?”, hasta dejarlo en
la penumbra al concentrar el haz de luz en la gran cornamenta de un trofeo que
adorna la sala de la posada, en forma absolutamente simultánea con la melodía
que interpretan los cornos acompañando el final del aria. El vestuario diseñado
por Elena Rivkina es elegante y acorde con la época y clases sociales de los
personajes. En mi opinión, la producción de Pitoiset trabaja bien con la ópera,
aunque no veo razón de actualizar la época planteada por Verdi, Boito y, sí,
Shakespeare.
Bryn Terfel cantó y personificó un grandioso
Sir John Falstaff. Su voz siempre me ha parecido hermosa y flexible, aunque de
repente evita emitir ciertas notas agudas, como en “Te lo cornifico, netto!”,
lo que resuelve con creces dada su gran musicalidad. Sus solos fueron
magníficos, destacando el famosísimo “Quand’ero paggio del Duca di Norfolk”,
como lo fueron frases sueltas como “Vado a farmi bello” o “Va, Vecchio John”.
Resolvió con elegancia y sencillez el problema de los trinos del inicio del
acto III, cosa no simple en verdad. Como actor es casi insuperable en este papel; se
divierte y divierte a sus colegas en el escenario y, por supuesto, al público.
Aleksandra Kurzak me sorprendió muy gratamente
como Alice Ford. Su voz es fresca y no tuvo problemas con su parte musical,
logrando imprimirle esa intención que Verdi exigía cuando dijo, más o menos, después
de Falstaff, Alice es el personaje más importante pues, aunque su música es
fácil, debe comportarse como si tuviera el “diablo en el cuerpo” pues es la que
lidera toda la trama. Como actriz estuvo a la altura de quien la cortejó.
Bryn Terfel y Aleksandra Kurzak
Franco Vasallo tuvo también una excelente noche
como Ford, tanto musical como actoralmente. Cantó su solo espléndidamente y su
pedantería fue ejemplar durante la “boda” de Cajus y Bardolfo, asimismo no
escatimó esfuerzo al buscar a Falstaff aún en los cajoncitos del secreter del
aposento de su esposa.
La armenia Varduhi Abrahamyan fue una bien
actuada Quickly, desgraciadamente tuvo muchos problemas musicales, pues sus
malos agudos y graves débiles fueron notables. Verdi recurrió a la narración de
hechos conocidos, lo que Wagner usó en muchas ocasiones, solamente cuando
Quickly cuenta a las otras comadres su visita a Falstaff, pues “necesitó”
realzar las características vocales de la creadora del papel, Giuseppina
Pasqua; de haberse tratado la señora Abrahamyan no hubiera compuesto la
narración.
Francesco Demuro fue un muy buen Fenton
vocalmente. El soneto del tercer acto fue declamado con una gran belleza y sus
mini duetos con Nannetta siempre lograron convencerme. Julie Fuchs confirmó mis
expectativas positivas. Su entrada como Reina de las Hadas fue espectacular
vocalmente y su presencia e interpretación escénica fueron impecables durante
toda la ópera. Un de los momentos que espero con fruición cada vez que asisto a
esta ópera es los versos de Fenton y Nannetta extraídos del Decameron: “Bocca baciata non perde
ventura” exclama él y ella responde “Anzi rinova come fa la luna”; esto sucede,
afortunadamente tres ocasiones y esta noche no hubo un solo defecto al
producirlos.
Julie Fuchs y coro
Julie Pasturaud como Meg, Graham Clark como Cajus,
Rodolphe Briand como Bardolfo y Thomas Dear como Pistola lograron
interpretaciones vocal y dramática bien por arriba del promedio.
Fabio Luisi realizó una lectura nítida y
elegante de la partitura al dirigir solistas y al Coro, tan importante en el tercer
acto, dirigido por José Luis Basso, y la Orquesta de la Opéra National de Paris
tuvieron una actuación muy sólida y hermosa.
En resumen, hoy asistí a una gran función de Falstaff en la que el Falstaff de Terfel
lideró una gran interpretación de todo el reparto, casi todo.
© Sébastien Mathé/Opéra National de Paris, por
las fotos
© Luis Gutiérrez Ruvalcaba
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