L’italiana in Algeri en el
MET. Octubre 20 de 2016
La
producción de Jean–Pierre Ponnelle es lo que yo llamaría un “clásico” de la
ópera. Estrenada en 1973 con diseños de escenografía y vestuario del propio
director, tiene por objeto enmarcar la acción de una ópera cuyo mérito no
reside precisamente en el valor literario de su literario, sino en la música
que demanda de los cantantes una flexibilidad asombrosa, además de poseer una
habilidad extraordinaria para proyectar comicidad sin caer en ramplonería. Pese
a que la producción ya tiene 43 años, el diseñador asociado David Reppa logró
hacer que escenografía y vestuario lucieran como nuevos, y el director de la
reposición David Kneuss tuvo el buen gusto de seguir a la letra las
instrucciones dejadas por Ponnelle en el libro de producción.
La
interpretación no le fue a la zaga a la producción. La mezosoprano Marianna
Pizzolato es la primera italiana que atestiguo personificando a Isabella, y
vaya que lo hizo con una voz atractiva sorteando con éxito la tremendamente
difícil coloratura que le exige la partitura de Rossini; su actuación fue de
altísima calidad. Su canto fue excepcional en sus dos exigentes arias: “Cruda
sorte” y “Pensa alla patria”, y muy atractivo en el cuarteto en el que coquetea
con Lindoro, Mustafà y Taddeo. Hoy si tuvimos italiana completa.
El
joven René Barbera tiene una voz bella y muy bien entonada. Su actuación vocal
como Lindoro fue destacada; en cuanto a lo histriónico quedó a deber, probablemente por
concentrarse de más en lo vocal.
Ildar
Abdradzakov fue algo especial como Mustafà. Su aportación musical fue
excepcionalmente buena, sólo superada por su actuación que estuvo hilarante. Es
claro que él fue quien más se divirtió en esta función, lo que es síntoma de lo
bien que se sintió. Manejó con maestría su espantosamente retadora parte vocal
y los gestos y movimientos que realizó fueron formidables. Los números con el
Taddeo de Nicola Alaimo, que estuvo al mismo nivel del bey fueron ejemplares.
Como Abdrazakov, Alaimo es un cantante que domina el estilo rossiniano y que
disfruta su trabajo, y dejó su sello regional al sustituir Palermo por Livorno.
Creo que hoy vi a los más divertidos Kaimakan y miembro de los Pappataci,
debido esencialmente al placer que sentían los cantantes por el hecho de estar
en el escenario.
Dwayne
Croft fue un excelente Haly, brillando por su actuación y al cantar “Le femmine
d’Italia”. Ying Fang como Elvira y Rihab Chaieb como Zulma también tuvieron una
excelente función.
El
Coro del Met, dirigido por Donad Palumbo nos está acostumbrando a un alto
nivel. Jamás olvidaré “È un boccon per Mustafà”. La Orquesta nos regaló una
interpretación de alta calidad. Puede ser que diga una herejía, pero en mi
opinión, James Levine debería hacer algo a lo que no estaba acostumbrado, o
sea, aceptar que hay otros directores concertadores capaces de tener una
actuación tan buena o mejor que la suya.
Salí
del teatro pensando en una frase de Stendahl: “… [L’italiana] es locura
organizada y completa”. Y me sentí muy feliz por haber presenciado dos óperas
de Rossini en una semana.
©
Luis Gutiérrez R
¡Se ve que te la pasaste muy bien querido Luis! ¡Qué gusto!
ResponderBorrarGrazzie tanto! Caro Luiggi (y eso que de italiano sólo tengo el apellido, y seguramente muchos genes...) A cambio de nuestras suspendidas conversaciones, me conformo con leer tu lucubraciones (¡con y sin e, son lo mismo!)
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