Così fan tutte en Salzburgo. Agosto 12 de 2016
El
Festival de Salzburgo programó desde 2012 la puesta en escena de las óperas en
las que colaboraron Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo Da Ponte a 0presentarse
en 2013, 2014 y 2015 individualmente y las tres en el Festival de 2016. El
orden en que se presentaron las obras fue el inverso al de su composición. Così fan tutte en 2013, Don Giovanni en 2014 y Le nozze di Figaro en 2015, todas ellas en
el escenario de la Haus für Mozart, con la Orquesta Filarmónica de Viena y la
Sociedad de Conciertos de la Ópera de Viena. Lo que parece “sencillo” no lo fue
tanto. El productor de las tres óperas, Sven–Eric Bechtolf se convirtió en
intendente del Festival a partir de 2014, Franz Welser–Möst quien dirigiría las
tres obras, no lo hizo al entrar en conflicto con el entonces intendente Alexander Pereira en
2013, debido a detalles de programación de las funciones de Così fan tutte; Christoph Eschenbach
sustituyó a Welser–Möst en Così fan tutte
y Don Giovanni, pero Dan Ettinger
subió al podio en 2015. Los directores y las orquestas fueron diferentes, así
como repartos con cambios importantes en algunos casos. Al final sólo fueron
constantes Mozart, Da Ponte y Bechtolf. Concluyendo, lo sencillo fue muy
complejo, lo que dice algo de lo que es el mundo de la ópera incluso en lugares
tan poderosos y privilegiados como el Festival de Salzburgo.
Por
razones de programación del estreno mundial de The Exterminating Angel de Thomas Adès, hubo que presentar Così fan tutte en la Felsenreitschule.
Esto implicó una nueva producción, también de Bechtolf, en un escenario
radicalmente distinto al de la Haus für Mozart. El escenario de la
Felsenreitschule es muy peculiar al estar rodeado por arcadas de roca, contar
con un techo independiente de la sala, necesidad de construir un foso orquestal
y carecer de telón dada la extensión del escenario. Esto tiene fuerte impacto
en la acústica así como en la dificultad de producir una ópera de cámara como
lo es Così fan tutte. Pese a todo,
creo que la problemática se resolvió muy bien, debido especialmente a la
calidad de las fuerzas musicales.
Final 2 Escena de la falsa boda. Todo el reparto, más los filósofos
Se
trató de una nueva producción y no de una adaptación de la de 2013 (ver reseña
del 21 de agosto de 2013 en L’ape musicale).
Durante
la obertura, se ve a Don Alfonso discurriendo con sus colegas, filósofos del
siglo de las luces, acerca de un experimento que les presentará. Durante los
últimos compases de la obertura los colegas se enmascaran y se sientan
estratégicamente en lugares desde los que pueden observar lo que sucede en el
escenario. La escenografía, diseñada por el mismo Bechtolf, se limita a varios
lienzos que nos hacen saber, con apego al libreto, el lugar donde se ubica la
acción. Los colegas de Alfonso serán quienes hagan lo necesario para el cambio
de lienzos. El vestuario diseñado por Mark Bouman coloca la acción en la época
de la composición de la ópera y ella iluminación de Friedrich Rom excelente
pues resalta lo que sucede a lo largo de la ópera.
Mauro
Peter encarnó un excelente Ferrando. Durante “Un’aura amorosa” nos dio su
sensibilidad ante la situación que parece controlada, y en “Tradito, schernito”
podría haber muerto de dolor si los alientos de Mozart no se hubieran compadecido
de él. Por desgracia se cortó el aria “Ah, lo veggio; quell’anima bella” que
dramática y musicalmente es la pieza que da pie al gran rondò de Fiordiligi. En
el punto más candente de la ópera, en el que la seduce en el dueto “Fra gli
amplessi in pochi istanti”, transmitió el erotismo necesario para emocionar.
Alessio
Arduini fue un Guglielmo muy inferior al reparto. Sus arias pasaron
desapercibidas y su actuación fue todo menos convincente.
Michael
Volle fue un excelente Don Alfonso, aunque hay que decir que el papel le queda
muy chico. Su presencia es más actoral que musical, y logró ejecutar ambas
partes con seguridad.
Martina
Janková fue la única de los cantantes que repitió personaje, Despina, papel
que, como se esperaba y acostumbra, interpretó excelentemente. Su actuación es
también destacada y pocas veces he visto el descontrol de la doncella al
saberse fuera del secreto de Don Alfonso y los soldados.
Martina Janková y Michael Volle
Angela
Brown, Dorabella, nos regaló un bello “È Amore un ladroncello” aunque su “Smanie
implacabili” no tuvo esa exageración de sentimientos, con la que Mozart parodia
el aria furibunda de la opera seria, por ejemplo la de Electra “Tutte nel cor
vi sento”. En mi opinión, su actuación fue deficiente al mantener el mismo
gesto bobalicón durante toda la ópera.
La
estrella de la función fue Julia Kleiter, quien encarnó una fabulosa
Fiordiligi; desde el dueto inicial con Dorabella dejó ver que tendría una
función excepcional. Durante “Come scoglio immoto resta” hizo que el aria de
similitud fuese tan cómica como Mozart la diseñó a más de haber esculpido toda
la dificultad que implica el rango y la coloratura de la pieza. Cantó el mejor
“Per pietà, ben mio perdona” que he oído en mi vida, transmitiendo la angustia
y culpabilidad que siente por haberse enamorado de otro hombre. En mi opinión,
los detractores de esta ópera sencillamente no entienden este rondò.
Finalmente, el dueto con Ferrando nos muestra una mujer derritiéndose de hasta
alcanzar su punto de caramelo. La voz de Julia Kleiter, siempre entonada y
entendiendo a Mozart, tiene una belleza tal que más que oírla me hizo sentir
caricias en el oído. De hecho en todo el cuerpo.
Angela Brown y Julia Kleiter
Julia Kleiter cantando Come scoglio
Además
de contar con bellísimas arias, esta ópera destaca por sus números de conjunto.
Todos ellos sin excepción fueron espléndidamente cantados y actuados. Como suele
suceder, destacó el canon del segundo final “En el tuo, nel mio bicchiero”, por
supuesto liderado por Fiordiligi.
Durante
el final de la ópera, Don Alfonso reparte una hoja de papel tanto a sus colegas
cantantes y a sus colegas filósofos, en la que están escritas las últimas dos
cuartetas: “Fortunato l’uom che prende…”
Sentí
que no bajase un telón, porque éste no sólo termina Così fan tutte, sino significa el final del siglo de las luces y la
razón.
Ottavio
Dantone dirigió a la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo con precisión y tempi
coherentes con la partitura y la producción. El coro tuvo una actuación
impecable, como siempre. Muchas veces olvidamos la importancia del continuo,
pero hay que destacarlo cuando logra mover adecuadamente, ágilmente o con
lentitud en su caso, los recitativos. En esta ocasión Giorgio Paronuzzi tuvo
una gran actuación desde el fortepiano.
En
resumen, Così fan tutte seguirá siendo una de mis óperas favoritas y deseo que el futuro
me depare asistir a muchas funciones de Julia Kleiter.
©
Salzburg Festspiele / Ruth Walz por las fotografías
©
Luis Gutiérrez R
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