Albert
Herring en el Teatro de las Artes. Noviembre 29 de 2018
La
noche de ayer asistí a la primera función de Albert Herring, la tercera ópera de Benjamin Britten, la única
comedia que compuso. El grupo estable Solistas Ensamble del INBA, en
colaboración con el Centro Nacional de las Artes, presentó la obra
La
producción de Valeria Palomino es literal, lo que me agrada cuando veo una
ópera por primera vez. Me gusta conocer más o menos lo que muchos llaman “las
intenciones” del compositor. El argumento es muy fácil de entender cuando la
escenografía, vestuario e iluminación, nos permiten hacerlo con facilidad, dado
su naturalismo que evita cualquier símbolo que ensucie la simbología que representa
la música. Juliana Vanscoit y Antonio Solares diseñaron la escenografía, la
primera también diseñó el vestuario y Erika Gómez tuvo a su cargo la
iluminación.
La
acción se desarrolla en Loxford, lugar imaginario situado en la campiña inglesa.
La
ejecución vocal y dramática fue buena en general. Grace Echauri fue Florence
Pike, el ama de llaves de Lady Billows que fue interpretada por Graciela Díaz
Alatriste; Óscar Velázquez como el vicario Mr. Gedge, Angelina Rojas como Miss
Wordsworth la directora de la escuela local, el alcalde Mr. Upford por Rubén
Cosme y Budd, el comisario de policía, por Emilio Carsi. Estos personajes son
la crema y nata del pueblo. La clase trabajadora incluye al encargado de la
recaudería Albert Herring, interpretado por Ángel Ruz, a su mamá, Mrs. Herring
de Gabriela Thierry y a los ayudantes del carnicero, Ricardo Galindo, y de la
pastelería, Itia Domínguez. Creo que debo asistir frecuentemente a los eventos
en que participe este grupo estable.
Grace
Echauri dominó el escenario, mostrando que aún tiene mucho que hacer como
cantante de ópera; Óscar Velázquez volvió a regalarnos su hermosa y potente voz
de barítono, y Gabriela Thierry destacó como Mrs. Herring.
Ángel
Ruz realizó un trabajo de primera calidad al encarnar al héroe de la obra.
No
sé por qué la escuela de actuación mexicana de niños tiene tan malos resultados
en cualquiera de las artes dramáticas: cine, teatro u ópera. La actuación de dos
niñas y un niño agregaron el ingrediente que impidió lograr una gran función. Las
niñas estuvieron bien vocalmente.
El
Maestro concertador Christian Gómez tuvo un excelente trabajo dirigiendo a los
cantantes, y a la pequeña orquesta de sólo 13 músicos, en la que destacaron el
percusionista Roberto Zerquera y el pianista Eric Fernández.
Si
los niños hubiesen actuado bien, si y la dicción de los cantantes hubiera sido decente,
esta función podría haber sido notable, pero sólo se quedó en muy buena.
©
Luis Gutiérrez R