El 6 y el 9
de agosto de 1945, se perpetraron los actos de terrorismo más eficientes de la
historia.
El
“Diccionario de la Lengua Española” de la Real Academia Española (vigésima
segunda edición, 2001, pág. 1471)) define: terrorismo. m. Dominación por el
terror.//2. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
Hiroshima fue
el objetivo primario del primer bombardeo atómico siendo Kokura y Nagasaki objetivos
alternativos. La fecha del 6 de agosto se eligió porque la ciudad había estado
cubierta por nubes unos días antes. El B-29 “Enola Gay”, perteneciente al
Escuadrón de Bombardeo 393d, pilotado y comandado por el coronel Paul Tibbets,
despegó de la base aérea de North Field, en Tinian, y realizó un viaje de seis
horas aproximadamente hasta Japón. El Enola Gay fue acompañado por otros dos
B-29 durante su viaje, el “The Great Artiste”, que llevaba instrumentos de
medida, y el #91, que más tarde fue renombrado como “Necessary Evil”, que tenía
labores de fotografía. Después de salir de Tinian, el Enola Gay viajó por
separado hacia Iwo Jima, donde se reunió a 2,440 metros de altura con los
bombarderos auxiliares, tomando rumbo hacia Japón. La aeronave arribó al
objetivo con clara visibilidad a los 9,855 m. Durante el viaje, el capitán William
Parsons armó la bomba, pues no estaba activa para minimizar el riesgo de
explosión durante el despegue. Su asistente, el subteniente Morris Jeppson,
quitó los dispositivos de seguridad treinta minutos antes de llegar al
objetivo. Alrededor de las 7:00 de la mañana el sistema de radares japoneses de
alerta temprana detectó a las naves estadounidenses aproximándose desde la
parte sur de Japón, por lo que se emitió una alerta a distintas ciudades, entre
ellas Hiroshima. Un avión climatológico sobrevoló la ciudad y al no ver signos
de los bombarderos, los habitantes decidieron continuar sus actividades
diarias. Cerca de las 8:00 de la mañana el radar detectó nuevamente los B-29
acercándose a la ciudad, por lo que las estaciones de radio emitieron la
advertencia para que los habitantes se refugiaran, pero muchos la ignoraron.
La bomba “Little
Boy” fue arrojada a las 8:15 horas de Hiroshima (20:15 del 5 de agosto en
México) y alcanzó la altura determinada para su explosión, aproximadamente 600
metros sobre la ciudad, en 55 segundos. Debido a vientos laterales falló el
blanco principal, el puente Aioi, por casi 244 metros, detonando justo encima
de la Clínica quirúrgica de Shima. La detonación creó una explosión equivalente
a 13 kilotones de TNT, a pesar de que el arma con U-235 se consideraba muy
ineficiente pues sólo se fisionaba el 1.38% de su material. Se estima que la
temperatura se elevó instantáneamente a más de un millón de grados centígrados,
lo que incendió el aire circundante, creando una bola de fuego de 256 metros de
diámetro aproximadamente. En menos de un segundo la bola se expandió a 274
metros.
Mientras el
Enola Gay se alejaba a toda velocidad de la ciudad, el capitán Robert Lewis,
copiloto del bombardero, comentó: «Dios mío ¿Qué hemos hecho?». Bob Caron,
artillero de cola del Enola Gay describió así la escena:
«Una columna
de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es
pura turbulencia. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo.
Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como
llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los
incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es
imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de
la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de
melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o
quizá tres mil metros de anchura y unos ochocientos de altura. Crece más y más.
Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra
cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa
niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso.
Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las
estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo
ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de
aviación».
La explosión
rompió los vidrios de las ventanas de edificios localizados a una distancia de
16 kilómetros y pudo sentirse hasta 59 kilómetros de distancia.
Alrededor de
treinta minutos después comenzó un efecto extraño: empezó a caer una lluvia de
color negro al noroeste de la ciudad. Esta “lluvia negra” estaba llena de
suciedad, polvo, hollín, así como partículas altamente radioactivas, lo que
ocasionó contaminación aun en zonas remotas.
El radio de
total destrucción fue de 1.6 kilómetros, provocando incendios en 11.4 km2. Los
estadounidenses estimaron que 12.1 km2 de la ciudad fueron destruidos.
Autoridades japonesas estimaron que el 69% de los edificios de Hiroshima fueron
destruidos y otro 6-7% resultó dañado.
A pesar de
que aviones estadounidenses habían lanzado previamente panfletos advirtiendo a
los civiles de bombardeos aéreos en otras 12 ciudades, los residentes de
Hiroshima nunca fueron advertidos de un ataque nuclear. Entre 70,000 y 80,000
personas, cerca del 30% de la población de Hiroshima murió instantáneamente,
mientras que otras 70,000 resultaron heridas. Cerca del 90% de los doctores y
el 93% de las enfermeras que se encontraban en Hiroshima murieron o resultaron
heridos, ya que la mayoría se encontraba en el centro de la ciudad, área que
recibió el mayor daño.
Dieciséis
horas después del ataque Truman anunció públicamente desde Washington el uso de
una bomba atómica:
«Los
japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos
devuelto el golpe multiplicado. Con esta bomba hemos añadido un nuevo y
revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder
de nuestras fuerzas armadas. En su forma actual, estas bombas se están
produciendo. Incluso están en desarrollo otras más potentes. [...] Ahora
estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza
productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos a destruir sus
muelles, sus fábricas y sus comunicaciones. No nos engañemos, vamos a destruir
completamente el poder de Japón para hacer la guerra. [...] El 26 de julio
publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción total del pueblo
japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente. Si no aceptan
nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire
como la que nunca se ha visto en esta tierra».
De acuerdo a
la mayoría de las estimaciones, los efectos inmediatos de la bomba mataron
aproximadamente a 70,000 personas en Hiroshima. La estimación total de muertes
a finales de 1945, en la que se incluyen quemaduras, muertes relacionadas a la
radiación, así como efectos agravados por la falta de recursos médicos, varía
entre los 90,000 y los 140,000. La falta de recursos médicos se debió a que
muchos profesionales de la salud murieron luego de explosión y los que
sobrevivieron ignoraban los efectos de la radiación, así que no sabían cómo
tratar a las personas que continuaban llegando quemadas. Se ignoraban los
efectos tardíos que la radiación podía producir, ya que eran las primeras
bombas de este modelo que se utilizaban en el mundo. La calidad y cantidad de
las radiaciones recibidas por las personas continuó envuelta en incertidumbre
ya que la potencia de la bomba debía ser calculada sólo a base de experimentos
en reactores sobre otras armas y distintos ensayos. Algunas otras fuentes
aseguran que más de 200,000 personas fallecieron para 1950, ya sea a causa de
cáncer y otros padecimientos a largo plazo. Entre 1950 y 1990, el 9% de las
muertes ocasionadas por cáncer y leucemia entre los supervivientes al bombardeo
se debió a la radiación de las bombas, entre ellas se estima que 89 casos
fueron por leucemia y 339 de distintos padecimientos de cáncer. La leucemia
comenzó a aumentar en número de casos, 3 años después de haber explotado la
bomba; además, 10 meses después la explosión comenzó a aparecer la catarata en
los supervivientes y algunos de los niños que estaban por nacer tuvieron una
disminución en el tamaño de la cabeza y en algunos se produjo algún tipo de
retraso. Por lo menos once prisioneros [norteamericanos] de guerra fallecieron
durante el bombardeo.
Tres días
después sucedió algo similar en Nagasaki. Se estima que hacia finales de 1945,
las bombas habían matado a 140,000 personas en Hiroshima y 80,000 en Nagasaki,
aunque “sólo” la mitad había fallecido como causa directa de los bombardeos.
Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por lesiones o enfermedades
atribuidas al envenenamiento por radiación. Desde entonces, algunas otras
personas han fallecido de leucemia (231 casos observados) y distintos cánceres
(334 observados) atribuidos a la exposición a la radiación liberada por las
bombas. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles.
Hirohito
grabó el 14 de agosto su anuncio de capitulación, que fue retransmitido a toda
la nación el día siguiente, no sin despertar una breve rebelión de militares
opuestos a dicha decisión.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Bombardeos_at%C3%B3micos_sobre_Hiroshima_y_Nagasaki
Es posible
que haya quien argumente el bombardeo atómico de Hiroshima,
el que es totalmente indefendible es el de Nagasaki.
Es cierto que
han existido muchos actos de terrorismo y masacres en la historia, de hecho hoy
sucede en la franja de Gaza; probablemente algunos actos de este tipo hayan
causado más muertos que los de los bombardeos atómicos de 1945, pero 140,000 muertos
por un ataque que duró menos de un minuto en Hiroshima y 80,000 en Nagasaki
son, sin duda, no sólo el resultado de actos de salvajes “civilizados”, sino
los actos de terrorismo más eficientes de la historia, medidos en
muertos/minuto. Y no hay duda que aterrorizaron a la población. La respuesta de
los militares al discurso de Hiroito, es una demostración adicional del teorema
que dice que “es más fácil militarizar a un civil, que civilizar a un militar”